Apurando las últimas horas del 2022, más que haciendo balance estamos como balanceándonos entre los dos años, asumiendo que toca mirar hacia atrás solo para coger impulso y saltar hacia adelante. Cuando no te arrepientes ni de lo hecho ni de lo pendiente es que todo ha ido bien. Aceptar lo vivido, aunque no siempre nos gustara y afrontar lo que viene, lo que está por ocurrir, lo que nos espera. Esa página en blanco que se llenará, seguro, con un poco de todo, de lo previsto y de lo imprevisto, de lo deseado y de lo indeseable, de problemas y soluciones, de idas y venidas, de encuentros y desencuentros, de a veces ir a veces volver, de viajar o estarse quieta, de mar o montaña, de blanco o negro... En 365 días caben demasiadas cosas, no todas buenas y algunas francamente malas, pero otras estupendas. Y es en las buenas en las que nos gusta anclarnos, con fuerza, para que duren y se impongan, para mirar la botella medio llena al menos cuando esté en nuestra mano y podamos elegir. En 2022 salimos de una pandemia y sin darnos tiempo a respirar de nuevo entramos en una guerra en Europa. Ni lo uno ni lo otro pensamos que lo viviríamos, que nos tocaría ver lo que estamos viendo. Que la guerra nos pillaría tan cerca. Porque guerras lejanas ha habido y hay por todo el mundo y las vamos asimilando con esa injusta distancia que distorsiona el sufrimiento. Pero con Ucrania muchas cosas se dispararon, también esa sensación de vulnerabilidad, de incertidumbre, de que lo más inesperado puede acabar pasando, que las guerras siempre son malas. Hay que fortalecer la paz, el diálogo, los puentes para avanzar sin destruir. Poner a las personas por delante. No hay más camino. Como en la vida. Mejor evitar el conflicto que chocar permanentemente; mejor escuchar que gritar, hablar que callar, avanzar que parar. Los deseos para el nuevo año no son como productos de una estantería del súper. Una no puede coger uno y ya está, lo pasas por caja y se cumple. Los deseos, para una misma o para el resto, hay que sentirlos, perseguirlos y avanzar hacia ellos, con decisión, con firmeza, con principios. Han pasado muchas cosas en este último año de tempestades políticas y ríos revueltos. Quizás nos hubiera gustado que pasaran otras, pero también hemos disfrutado como si no hubiera mañana. Pero lo hay. Y a ese mañana con el que arranca el año siempre le acabamos pidiendo lo mismo, que no nos falte salud, amor, trabajo, felicidad... ni energía para vivir con plenitud este 2023 que ya se asoma. Urte Berri On.