Un concurso de acreedores no se parece a un concurso de la tele por mucho que compartan palabra. El primero suele ser el anticipo de una quiebra, mientras que el segundo influye en el éxito o fracaso de una cadena. ¿Algo tan simple como un concurso es determinante para las audiencias? Pues sí, porque es parte de su función entretenedora. En el núcleo del liderazgo de Antena 3 está Pasapalabra, el juego más popular y que, tristemente, se ha corrompido al perder su esencia democrática por excluyente. Orestes y Rafa, dos magos de las palabras, llevan más de un año como concursantes sin dar cabida a nadie más. O cambian las normas o esta pareja de sabiondos lo matarán de aburrimiento. En Telecinco buscan la solución concursal que les saque de la crisis. Y van de fiasco en fiasco. La última intentona ha consistido en ubicar dos concursos nuevos, uno tras otro: 25 palabras, con Christian Gálvez; y Reacción en cadena, con Ion Aramendi. A cuál peor y con más desastrosos resultados. Y si Gálvez es hoy la viva imagen del hundimiento profesional tras su fantástico período como presentador de Pasapalabra, Aramendi lo es por partida doble, quizás porque lo suyo es la telebasura y no el entretenimiento blanco. ¿A quién se le ocurrió traer al donostiarra a ETB en 2016 y mantenerle durante tres años? La memoria dice que TVE fue y es el rey de los concursos. Si su mítico Un, dos, tres marcó una época, Saber y ganar, con Jordi Hurtado, es una institución tras 25 años. Su apuesta ahora son El cazador, muy aceptado, y El comodín de la 1, con Aitor Albizua. En ETB2 lo tienen seguro con Atrápame si puedes y Esto no es normal, así como el renovado Mihiluze en ETB1. No todos los días la tele puede inventar el parchís, el mejor juego de la historia, pero debería intentar algo que se le aproxime.