Se acercan las elecciones y se nota en el ambiente que ya se está conteniendo la respiración. El futuro de muchas personas, proyectos e incluso edificios está en el aire. Uno de ellos es la antigua estación de autobuses de Pamplona.

El Plan Especial de Actuación Urbana del II Ensanche plantea dos opciones para ella: rehabilitarla o derribarla y construir en su solar “un edificio emblemático”. Ni que decir tiene que la decisión estará muy ligada al color de la nueva alcaldía.

La Asociación de Vecinos del Ensanche apuesta por el derribo. Quieren poner en marcha un “proyecto ambicioso”, un edificio de unos 15 o 20 pisos de altura, similar a la del Edificio Singular, en el que haya biblioteca, cine, piscina, gimnasio, aparcamiento, restaurante, centro cívico, oficina de turismo, un museo... Lo que está claro es que no les interesa para nada seguir adelante con todo lo que significa Geltoki. En cuatro años la cooperativa que gestiona este espacio cultural alternativo ha conseguido convertirlo en un referente de la alimentación local, ecológica, de comercio justo, de economía social y del apoyo a artistas locales. Geltoki y muchos otros vecinos del Ensanche apoyan la rehabilitación del edificio y defienden su valor. La antigua estación, que fue inaugurada el 17 de diciembre de 1934 y fue declarada Premio Nacional de Arquitectura, ha sido la casa de los gigantes y cabezudos durante años y entre sus anécdotas se cuenta que en 1936 Enrique Cayuela Medina, secretario del Ayuntamiento de Pamplona en la II República y hermano del expresidente de Osasuna Natalio Cayuela, se escondió medio año en el interior del reloj de la estación para evitar la represión franquista.

La polémica está servida.