Infiltrado inguinal de la policía española que está en boca de todos: Por ahí dicen que se llama Dani, pero he optado por nombrarlo con el alias que ha hecho fortuna. Me excuso por no caer en ninguna de las gracietas rebozadas en sal gorda que se están haciendo, más que a su costa, en su honor. Sí menciono que la mayoría rezuman machirulina y clasismo. También eludo pronunciarme sobre la peculiar acusación que le hacen cinco de las mujeres que compartieron lecho con usted sin sospechar que estaba de servicio. Lo que sí me provoca algo más que curiosidad es la legalidad y no digamos ya la legitimidad de su misión. Algo me dice que, más allá de los escarceos sexuales, el auténtico escándalo está justamente ahí. Y nadie lo aclarará.