Durante un cuarto de siglo Barcelona ha estado hermanada con Tel Aviv y Gaza, a las que se unió mediante un acuerdo de amistad y cooperación. Desde anteayer ya no es hermana de la primera, y no lo será, según su alcaldesa, “hasta que las autoridades israelíes pongan fin a la violación de los derechos humanos de los palestinos”. A cambio mantendrá la bella fraternidad con la segunda, cuyos mandatarios sin duda respetan los derechos humanos de los israelíes y, faltaría más, de los palestinos.

Sobre Tel Aviv no diré nada. Total, cualquiera sabe todo. Llevo yendo allí desde antes del célebre hermanamiento, he pasado largas temporadas en el país y, en fin, cada cual sus gustos. El caso es que como aquí nos importan muchísimo los derechos humanos, en especial en vacaciones, suele lucir más visitar Ispahán y La Habana que Beerseba y Haifa. Barcelona, ya que estamos, también es hermana de Tetuán y Dubái, y supongo que es así porque tanto los gobernantes marroquíes como los emiratíes son muy escrupulosos con eso de los derechos y las izquierdas.

Pero volvamos a Gaza, de cuyas autoridades se ha olvidado la alcaldesa. Quizás a usted, y a ella, les parezca justo que Hamas aplauda, y su brazo armado organice, decenas de atentados en cafeterías, autobuses, salones de boda, bares y sinagogas. Qué quieres, son judíos. Lo difícil será explicar el trato que Hamas dispensa a sus propios ciudadanos, la oposición política, la disidencia laica, la comunidad homosexual, la militancia feminista, a quien bebe de más y a quien reza de menos. Nada que merezca ni un misérrimo pellizquito condal. Amigos para siempre, means you,ll always be my friend.