Hay gente que vive del pecado que condena. Gente encasquillada en la ponzoña como prueba de fe.

Hoy nos visitan dos expertos con una hoja de servicios que exhiben sin pudor alguno. Les diré que el primero es un primerizo. Un tipo anodino que para saber algo de él tuve que irme a su Linkedin, un tik tok en plan “busco curro”. Así, supe que era fundador de Asociación Juvenil Cirbonera. Entre sus logros están, dice: movilizar a los Jóvenes de Cintruénigo, la organización de actos culturales y recreativos, el fomento el asociacionismo y la elaboración de un Plan de Juventud. Ahí lo dejo. Se llama Javier García Jiménez y es el presidente del PP navarro desde diciembre del 2022. Quise saber más y pinché en la página del PP, pero su biografía estaba en blanco. Como un fundido en negro. Sin embargo, el otro, ya es otra cosa. Es Carlos García Adanero, un tipo con una prosa eyaculatoria que vivió de UPN hasta que encontró un abrevadero más rentable. Ese hueco por donde el PP se mezcla con Vox. Un tipo que exhibe su mejor cara. Aunque solo convenza a sus propios demonios.

Como saben, García Adanero es toda una autoridad a la hora de acusar de traición a sus rivales políticos. Él mismo tiene un master en traición por el Congreso de los Diputados. Por eso sabe de qué habla. Por otro lado, me da pena que siendo tan joven, Javi García se haya dejado seducir por un trilero ideológico.

Me dirán que a qué viene tanta inquina. Les cuento.

El otro día me topé con un cartel electoral del PP. Anunciaba algo parecido al fin del mundo en Navarra. Y a la vez su redención. En una parte del cartel, los “traidores” Sánchez, Otegi, Asirón y la presidenta Chivite, aparecían retratados en plan ETA VII Asamblea reconstituida. En la otra, un cruzado del PP con risa de querubín nos anima a liberar Navarra de tanta traición.

Sentí un asco profundo. Como el que se siente al vomitar una mentira envenenada.