Begoña Alfaro está hoy en Madrid. Agita los ramos en el advenimiento oficial de Sumar, la plataforma de Yolanda Díaz, la opción de Pedro Sánchez para dormir mejor que con Podemos en el Gobierno. Un colchón de viscolátex –de alta capacidad para amoldarse a su cuerpo– en lugar del mortificador colchón de faquir diseñado por Unidas Podemos.

Alfaro es la coordinadora de Podemos Navarra (65% de votos en primarias). Alfaro es también la candidata por la coalición Contigo Navarra a la presidencia del Gobierno foral. Su asistencia desmarca a la franquicia navarra de la actitud de Ione Belarra, secretaria general sucesora de Iglesias (casi 89% de los votos) y diputada a Cortes por Navarra durante cuatro Legislaturas. Una disensión desde casa. Con precedente. La actual coordinadora ya tomó asiento como oyente cuando el proceso de escucha de Díaz pasó por Pamplona. ¿Forma parte de su autonomía como coordinadora o ha consultado al Consejo Ciudadano e inscritos de la formación? No vaya a ser un menoscabo del asamblearismo.

Alfaro, hoy, ¿precursora o rebelde? ¿Su gesto contribuirá a sumar o a dividir? Cuando Pablo Iglesias sorprendió con su abandono del Ejecutivo de Sánchez (2021), propuso con éxito el ascenso de Díaz a vicepresidenta segunda y de Belarra a ministra. En todo caso, Sumar es proyecto para las generales. Antes, las forales y municipales.

Las encuestas dudan de la entrada de Contigo Navarra al Ayuntamiento de Pamplona (rozaría el necesario 5% de los votos) y no ven crecimiento en la presencia parlamentaria (menos porcentaje de votos y escaños que con Podemos e IE por separado). Pregunta estratégica: ¿apoyaría al PSN en Pamplona si optara por su propio proyecto o favorecería la opción Bildu si fuera mayoritaria frente a la derecha? ¿Exigiría presencia en el Ejecutivo foral u optaría por un apoyo parlamentario crítico como IE en la legislatura que termina?

En definitiva, ¿cuál sería la influencia de la mutua empatía Sánchez-Díaz?