La cuestión me ha atrapado. Tengo la opinión formada, así que me dije, oye, escucha con actitud serena. ¿Traducido? No he hecho gran caso a las posturas coincidentes con la mía y he atendido a las divergentes.

El estandarte de la divergencia es la libertad. ¿Cuánta libertad cabe en un trato que relaciona a personas pudientes con mujeres pobres con un embarazo y un parto de por medio? La vía racional se cerró así de rápido.

Insistí con un poco de fabulación para activar la vía emocional evitando el aspecto económico. Imagino que una hija me comenta que se está planteando ser madre subrogada, que cumple las condiciones y es un buen momento. Le he dado vueltas y creo que la primera, la única pregunta que le formularía sería ¿qué necesidad? El argumento de la generosidad no me vale. ¿Por qué esta hija que tiene una vida buena iba a querer tener un bebé para darlo? Otra vía que se cierra.

He leído testimonios de mujeres que han gestado y parido para otras personas y de esas otras personas y he buscado webs de agencias. Les invito a que lo hagan. El sector está efervescente y en alguna página no dudan en calificar a otras agencias de chiringuitos o de defenderse citando a Goebbels. Un exceso de contundencia. En otras, el color rosa bebé aleja cualquier disonancia. Son gente buena haciendo feliz a gente buena. Y no falta el humor. Medio horneada! es el título de las fotos de una joven que enseña su prominente tripa.

Esta semana también he pensado sobre las necesidades, la frustración, el deseo, los sueños y el dolor y las posibilidades de gestión en función de la cartera. Solo veo dos opciones, o domesticarlos o domesticar personas. Ya les comentaba que tenía la opinión formada.