Este fin de semana estuve conociendo en el Baluarte proyectos científicos y tecnológicos de un montón de adolescentes. Ellos mismos se dedicaban a contarnos qué problema habían abordado, cómo habían trabajado, sus conclusiones... Estaban haciendo ciencia de la buena, innovando y abriendo horizontes en una iniciativa de nuestro Planeta STEM que busca, precisamente, que la ciencia sea joven. En esta Elhuyar Zientzia Azoka Nafarroa-Tecnociencia trabajan además de la chavalada sus profes y familias, porque sacar tiempo y aprender a hacer ciencia necesita un apoyo adicional. Además colaboran investigadoras de la universidad y de centros tecnológicos. Era una gozada ver que sus preguntas, las que intentan responder, surgen de su propia vida, de una realidad rica y llena de desafíos. A veces es la historia: tradiciones como los quintos de muchas pueblos de la Sakana que fueron evolucionando conforme la leva militar desaparecía o las jóvenes comenzaban a reclamar también el espacio público generaron una investigación sobre el estado social en esa comarca sobre muchos temas y cómo se puede abordar científicamente. En Otsagabia otras alumnas estuvieron estudiando la calidad de varios ríos en ambas vertientes del Pirineo, identificando marcadores de la calidad ambiental, analizando las consecuencias de la acción humana... Desde El Molino se han adelantado a casi toda la sociedad y utilizan la inteligencia artificial para facilitar la accesibilidad y contribuir a la equidad en muchos temas eliminando barreras cognitivas a quienes más las sufren. Análisis de contaminación, propuestas energéticas o de transporte, sostenibilidad... casi todos los palos en estos más de 40 proyectos de ciencia de jóvenes que, espero de corazón, sigan animados a hacer una dura carrera (especialmente las chicas) para conseguir que sus inquietudes y sus ideas cambien de verdad el mundo.