No sé qué decidirán los navarros y navarras en las urnas, pero a algo hay que agarrarse a estas alturas. Ese algo son las tendencias y de ellas se infiere que en las elecciones de hoy, más allá de las cuitas eternas de nuestro tradicional ombliguismo foral, en Navarra también está en juego el mismo escenario global de lucha entre modelos de convivencia. Somos una pequeña burbuja en niveles de calidad de vida, pero no un pequeño planeta a miles de años luz en otra galaxia muy lejana. No es lo que más marca los discursos prioritarios de la política navarra, pero en el juego democrático que hoy se dilucida en las urnas, los votos también deciden entre esa pugna que se mantiene en el concierto internacional y que marcarán el futuro de las generaciones más jóvenes.

Nuestros pocos cientos de miles de votos forman parte de la balanza política de este siglo XXI entre democracia, cohesión social y derechos humanos o autoritarismo neoliberal, pérdida de derechos y libertades y capitalismo salvaje del todo vale para la acumulación de riqueza en pocas manos. Los sondeos dan una ventaja clara a quienes dicen apostar más o menos por el primer modelo, el que aún trata de apuntalar un espacio de convivencia sobre la idea de Estado de Bienestar.

Eso sí, pendiente de concretarse en las urnas y en el complejo juego de pactos, intercambios, consensos y cesiones que se abre esta noche. Los resultados entre los partidos de la actual mayoría en política Navarra marcarán esta noche, con los primeros discursos de los candidatos, la toma inicial de posiciones y objetivos para el diálogo que viene, el resultado de la división de las derechas y las primeras pinceladas de sus consecuencias y quizá algo de claridad sobre Iruña. Será una noche de mucha información, datos, sumas, valoraciones y llamadas telefónicas que dará paso a un apasionante 29-M post electoral. El fracaso no se pagará sino a un precio electoral muy alto. Es importante votar y votar para que Navarra siga ofreciendo una estabilidad institucional en Gobierno y ayuntamientos desde la que afrontar los retos inmediatos y de futuro. Un camino que sólo se puede recorrer con éxito anteponiendo los intereses generales a los intereses particulares o partidistas o clientelares.

Porque la otra opción, por muy disimulada que se presente, acaba con las clases medias, busca hacer negocio con los servicios públicos a costa de los ciudadanos y empobrece las sociedades. Navarra avanza más y mejor en positivo, con políticas de convivencia y cohesión, que con los discursos de confrontación, bloqueo de los extremos, exclusión y división de los navarros y navarras. La Navarra en positivo es mucho más eficiente que la Navarra en negativo de las falsedades, los viejos dogmas sectarios, falsos miedos y absurdos complejos.

La Navarra que apuesta por la igualdad de oportunidades y la pluralidad en todas sus dimensiones –política, social, identitaria, cultural y lingüística–, como pilares de su sistema de convivencia. A las urnas de este mayo de 2023 llegan esas dos visiones de Navarra y la batalla cultural, democrática y política que ya se libra en el mundo. Los votos con memoria son útiles para no repetir errores. La fuerza está de nuevo en las personas. En los votos de los navarros y navarras de hoy.