No se trata de un caso único, pero desde luego no es el contexto ideal para las instituciones europeas que el país que ostenta la presidencia de turno de la UE lleve a cabo unas elecciones generales. La decisión de Pedro Sánchez, urgido por los malos resultados del PSOE en los comicios municipales y autonómicos, abre bastantes incógnitas sobre cómo se desarrollará la presidencia española que abarca desde el 1 de julio al 31 de diciembre. En primer lugar, la agenda preparada por el equipo de Presidencia y de Exteriores puede verse trastocada si se produjera un cambio de Gobierno hacia la derecha el 23J. No deja de ser relevante que la presidencia española es la última efectiva de la legislatura europea, pues, las elecciones al Parlamento europeo serán del 6 al 9 de junio de 2024 en plena presidencia belga de la UE, por lo que los dossiers y leyes que puedan quedar aprobadas se deben producir durante el semestre español.

Precedentes electorales

No es la primera vez que coinciden elecciones y presidencia del Consejo de la UE. Recientemente ocurrió en Francia: las presidenciales de abril de 2022, cuando revalidó su mandato Macron frente a Marine Le Pen. En otoño de 2022 hubo legislativas en Suecia, justo antes del inicio de la presidencia que ahora concluye. También coincidieron las fechas en Polonia en 2011. Y en 2009 en la República Checa hubo un cambio en la jefatura del gobierno, de Mirek Topolonek por el independiente Jan Fischer, a raíz de una moción de censura, pero no llegaron a celebrarse comicios. Cuando sí hubo cambio de gobierno fue en Italia en 1996. Arrancó la presidencia Lamberto Dini, tecnócrata, y la terminó Romano Prodi, de centro izquierda, vencedor de las elecciones de abril de ese año. Es decir, puede coincidir la convocatoria electoral con la presidencia pero es excepcional que se anticipen los comicios. Alemania, sin embargo, dio ejemplo de previsión en 2002 cuando cambió su presidencia con Finlandia para evitar que eso le sucediera en 2006, cuando estaban previstas.

El papel de la presidencia

Realmente es incorrecto hablar de la presidencia de la UE, pues, de lo que se trata es de presidir el Consejo Europeo. Asumen la Presidencia del Consejo, por turnos de seis meses, los distintos Estados miembros de la UE. Durante un semestre, el Estado de turno preside las sesiones en todos los niveles del Consejo, contribuyendo a garantizar la continuidad del trabajo de la UE en esa institución. Los Estados miembros que ejercen la Presidencia colaboran estrechamente en grupos de tres, denominados “Tríos”. Este sistema fue instaurado por el Tratado de Lisboa en 2009. El Trío fija los objetivos a largo plazo y elabora un programa común con los temas y principales asuntos que abordará el Consejo en un periodo de dieciocho meses. Con arreglo a este programa, cada uno de los tres países elabora su programa semestral con mayor detalle. El Trío actual está integrado por las Presidencias francesa, checa y sueca hasta el 1 de julio, que pasará a ser de Chequia, Suecia y España.

Prioridades de la presidencia

España ejercerá por quinta vez la Presidencia del Consejo de la Unión Europea en el segundo semestre de 2023. La Presidencia española se desarrollará en el último tramo del ciclo institucional europeo, antes de las elecciones al Parlamento Europeo previstas para mayo de 2024 y el posterior nombramiento de una nueva Comisión. En consecuencia, España tendrá una particular responsabilidad de culminar las negociaciones de gran número de expedientes abiertos en las grandes líneas de trabajo de la Unión: transición ecológica, transformación digital y agenda social. Asimismo, las iniciativas que España impulse tendrán una incidencia en el siguiente ciclo europeo. Pedro Sánchez fijó hace meses las prioridades de la presidencia española, cuando no contaba con tener que abortar mediante unas elecciones generales su ejercicio europeo. La recuperación económica, la seguridad energética y la autonomía estratégica serán las prioridades del semestre. También ha defendido el refuerzo de las relaciones entre la UE y América Latina, en cuyo contexto España ha impulsado una cumbre de los líderes de ambas regiones que se celebrará en julio en Bruselas. Una agenda que no debería correr peligro por las elecciones generales y cuyo éxito va a depender más de los difíciles equilibrios de poder que actualmente rigen las relaciones entre los Estados miembros de la Unión.