Hay temas en los que no se puede bajar la guardia aunque estemos de fiesta, en los que no se deberían dar pasos hacia atrás que nos hagan retroceder en el tiempo con todo lo que ha costado y cuesta llegar al presente. Las libertades no se consiguen y ya está. Hay que cuidarlas, como la democracia, como los derechos, como la igualdad, como en el plano personal hay que cuidar el amor si no quieres perderlo con el tiempo. Los lamentables y preocupantes ejemplos de censura cultural que se están viviendo en las últimas semanas por parte de aquellas instituciones y comunidades en las que la derecha y la ultraderecha están haciendo piña nos tienen que poner alertas.
No son casos aislados, hay una intención clara de dirigismo social y cultural, de tratar de controlar el pensamiento y uniformizar a la sociedad. Generar miedo para que dejemos de ser críticos; les molesta la inteligencia y pretenden silenciar todas aquellas realidades que les resultan incómodas para sus intereses. Y la cultura siempre es un buen altavoz para la rebeldía. Creíamos que los tiempos de quemar libros y cortar películas habían pasado, pero no, están de vuelta como otras amenazas de recortes sociales. El mundo cultural se está movilizando, tratando de frenar esta peligrosa marea con una ola cultural contra estos ataques a la diversidad. Porque la cultura es un derecho y no un instrumento al servicio de los partidos. No da igual a quien votar. Hay que tenerlo claro, porque solo con un gobierno progresista seguiremos progresando, el resto es retroceder.