Tarde más bien fresca la de ayer, comparada con días precedentes. Más rebecas y chaquetas que las vistas en dos años preveían una tarde con menos griterío, más atención y menos bebida de la necesaria, que ya es 12 de julio, que decía aquel. Además, El Juli y Cayetano en el cartel, diestros más que conocidos por el personal auguraban nuevas entregas de regalos y alegría. También estaba en el cartel Ferrera, ese que hizo el gran esfuerzo el pasado año regalando su presencia en solitario con seis miuras. Pero este no sale ni en el corazón, ni es el figurón desde hace 25 años ya. Pero nada más lejos de la realidad.

Aún hay ganas de juerga, y mucha, tanto en sombra como en sol. Y la bebida sigue corriendo porque las orejas no paran de cortarse. Ante ellos un clásico de la Feria del Toro, sobre todo de este siglo, donde sus participaciones son mayoría de años. Un clásico más que acostumbrado al triunfo y a los premios, recibía por la mañana el trofeo Carriquiri que da la Santa Casa cada al año al toro más bravo por el pasado ciclo. Buena presentación de sus animales, toros en conjunto de notable, con posibilidades casi todos de propiciar triunfo y gloria a los de a pie. Y así fue. No ha resultado una tarde de decepción.

Al contrario, con el devenir de los días, porque esto se acaba y solo queda hoy y mañana, estamos ante tarde de excepción, para lo visto mayormente en días precedentes. Bien por la casa de Mérida, a la cuál hay que agradecer haber criado a Torbellino, un toro de bandera que mereció el pañuelo azul. Un toro que desde el inicio ofreció más que toda la cuadrilla que lo lidió, empezando por el Sr. Juli, matador en suerte, que la ha tenido y mucho por pechar con el mejor lote de la tarde de largo. Torbellino condujo al diestro a un triunfo que todos dirán rotundo, porque es cierto aquella máxima que reza Dios te libre de un toro bravo, y él, con más escamas que un aligator, sabe de esto más que Briján y ha sabido acompañar, y poco más, al animal más bravo venido a esta feria hasta ahora, que se la dejó botando.

Otro igual se hubiera perdido, eso es cierto, pero a un figurón hay que exigirle algo más. Y junto a Torbellino, el sexto, Engorroso, notable toro que cerraba plaza y que fue bueno hasta en la entrada a las varas, y que comenzaba siendo titubeado por un diestro que oía el jolgorio y se nos fue a sol a tirarse a todo para no dejar solo a su predecesor en la salida por la Puerta del Encierro. A su estilo, único y veraz, Cayetano se bregó con el animal hasta el final, donde su fenomenal volapié le permitió rodar a su burel rápido y abrir la luz del portón de salida de los sueños en la Monumental. Ferrera pudo hacer más en el primero y poco en su segundo, y ahí se acaba su historia con los Jandillas de ayer, coleccionistas de premios por estos lares, y que han puesto más que difícil a los dos últimos lotes superar el del bravo toro quinto.

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Imágenes de la corrida del 12 de julio Patxi Cascante

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El fenomenal ambiente en las gradas de la Monumental Jon Urriza