A veces el que se considera el eslabón más débil, puede acabar siendo el más fuerte y tan necesario como el que más. Lo vimos hace unos meses con el triunfo de las trabajadoras de limpieza del Museo Guggenheim de Bilbao, que tras 285 días de huelga lograron una subida salarial del 20% después de una dura protesta en la que además de exigir mejor sueldo tenían claro que querían ganar en dignidad y en reconocimiento de su trabajo. Así se pasaron meses protestando delante del museo, hasta conseguir las mejoras labores que pedían. Y sobre todo se hicieron visibles. Porque cuando visitamos el impresionante edificio admiramos las obras de arte, pero no percibimos el trabajo de quienes, como las trabajadoras de limpieza, se emplean a fondo antes de que se abran las salas. Y algo similar ha ocurrido con las empleadas de la cadena H&M de La Morea que tras 234 días de huelga han conseguido una subida salarial del 24,7%. Ha sido una de las huelgas indefinidas más largas en Navarra, casi tanto como la del Guggenheim y también, como aquella, posible gracias a la caja de resistencia del sindicato ELA. Sus protagonistas, aquí también mujeres, las que asumen los trabajos más precarios, apenas un puñado de trabajadoras que no han cedido ante la gran multinacional y que han demostrado que son parte esencial en el proceso. Ellas también han ganado en salario, pero sobre todo en dignidad, algo que a la larga es más valioso.