Evidentemente toda las áreas de la nueva estructura del Gobierno de Navarra son importantes para los partidos que las dirigen y todas, en mayor o menos medida, afectan al bienestar y al interés general de los navarros y navarras. Pero, sin duda, Salud acapara una parte importante de la atención de la opinión pública y ahora cambia de responsabilidad política pasando del PSN a Geroa Bai. Salud es siempre un termómetro referente sobre la gestión política y calificación social de cualquier Ejecutivo en Navarra y no es siempre fácil conectar la prestación de servicios de Osasunbidea con las demandas y necesidades de los ciudadanos.

Aún así, la percepción generalizada es que Navarra es una de las comunidades con mejores servicios sanitarios, si no la mejor, y así lo corroboran también los estudios de sobre el estado de opinión de la sociedad navarra respecto a la su sistema sanitario. Superada hace tiempo ya la nefasta Legislatura de UPN entre 2011-2015 en Salud, en los últimos ocho años Osasubidea ha sido una prioridad presupuestaria para los dos últimos gobiernos que ha mantenido la valoración de la sociedad navarra en esos altos índices de aprobación. Ha superado también la compleja situación generada por la pandemia del coronavirus y la inestabilidad interna de diversos colectivos profesionales, con los médicos a la cabeza. Pese a todos los obstáculos, la gestión de Santos Induráin al frente de Salud, con sus aciertos y errores, creo que ha sido globalmente buena. La sanidad navarra lidera desde hace décadas en el Estado el reconocimiento de los pacientes y familiares en factores como la competencia profesional del personal sanitario y la humanidad de la atención y el trato recibido, y ahora, tras la progresiva reversión de los recortes y privatizaciones llevados a cabo por UPN hace una década, los índices sobre satisfacción y necesidades de mejora siguen situándose en valores positivos en todas las áreas de la sanidad foral.

Es otro ejemplo de que pese al ruido político y los ataques exagerados e injustificados contra el servicio público de la sanidad navarra desde la derecha, el sistema funciona y presta servicios de atención de calidad. Es cierto que un sistema público de sanidad con el nivel de prestaciones como el de Navarra tiene cuestiones, y seguramente no pocas, que mejorar y adecuar a las nuevas demandas y necesidades de la sociedad en el ámbito de la salud, pero es también evidente que la situación de sus profesionales y la atención a los pacientes está en la mayor parte de los casos muy por encima de la media del Estado. La sanidad pública, al igual que la educación, la atención social o la dependencia y la atención a los menores y mayores, son pilares básicos del Estado de Bienestar de la Navarra actual, un modelo de convivencia y cohesión social que exige la participación solidaria del conjunto de navarros y navarras. Es un ejemplo más de que la voluntad en positivo de una sociedad está muy por encima de los discursos negativos que tratan de imponer una visión economicista y privatizadora de la sanidad pública a la calidad social y humana de esa atención sanitaria. Un reto del Gobierno que se renueva cada cuatro años y que exige financiación presupuestaria y cohesión interna para entender, priorizar y atender de la forma más eficaz posible las inquietudes de los ciudadanos navarros.