Capo del Atlético de Madrid con alma y comportamiento de cacique: Le faltaba leña al fuego del beso no consentido de Rubiales a Jenni Hermoso y ha venido usted con un quintal. De entrada, ha mostrado su estratosférica falta de empatía y, desde luego, su soberbia. “Es un tema que personalmente ni me preocupa, ni me importa, ni me gusta”, espetó cuando le preguntaron por la cuestión. Lo dice, ahí es nada, el presidente de uno de los principales clubes españoles de fútbol, como si el asunto no fuera con usted y con la responsabilidad que ostenta. Pero no tardó un segundo en superarse a sí mismo al farfullar: “Yo no estoy en el cuerpo de Jenni Hermoso ni en el de Rubiales, por lo que no sé quién le tiene que pedir perdón a quién”. Por desgracia, ni sorprende.