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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

La Revolución del siglo XXI ya está aquí

La Revolución del siglo XXI ya está aquíEP

Asoma por el horizonte, sino está aquí ya, una cuarta fase de la crisis permanente en que llevamos 15 años instalados. Inevitable volver a notar como te rodea de nuevo un tufo a estafa. La misma que contamina el aire político y económico desde hace años. Ni siquiera se cortan al propagar a los cuatro vientos los objetivos de su política económica. Lagarde, De Guindos, Von der Leyen diseñan un modelo desde el Banco Central Europeo que busca insistentemente una nueva recesión económica que aumente los índices de desempleo. Los salarios, lo suyos no claro, como objetivo. No lo ocultan cuando defienden una subida constante de los tipos de interés que aumentan exponencialmente los beneficios de las grandes corporaciones y fondos que controlan ahora el tejido económico y empresarial, mientras ahogan cada vez más a una ciudadanía sometida al incremento mensual de los precios de los alimentos básicos, los carburantes, las hipotecas... y a una reducción progresiva de su poder adquisitivo y del nivel de las prestaciones y servicios públicos. Una brecha cada vez mayor entre la minoría en proceso desorbitado de acumulación de riquezas y una gran mayoría en un proceso inverso de pérdida de calidad de vida cuando no directamente de empobrecimiento. Como un ejemplo solo: la gran banca española –Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja–, pulverizó récords y obtuvo un beneficio conjunto de 20.850 millones en 2022, un 28% más en un año. Este año van para más. Hay muchos otros ejemplos en alimentación, constructoras, energéticas, cementeras, renovables, etcétera. Es la revolución de este siglo XXI. Es también una revolución de clase. De esas elites que sitúan el dinero y el poder que otorgan sobre el resto como objetivo de clase.

Ante nuestros ojos y sin necesidad de disfrazarse. Ves una foto cualquiera de los principales directivos de las grandes empresas –la del empresario con arraigo y compromiso social es una especie en peligro de extinción–, el núcleo duro del poder de la economía financiera y especulativa, y siempre aparecen contentos y sonrientes, aunque sus discursos al pueblo llano suelen balancearse entre la preocupación y el alarmismo a la hora de exigir más recortes sociales, laborales y democráticos. Directivos formados en las pomposas escuelas de negocios donde el neoliberalismo es la Biblia de este siglo XXI. Esa dicotomía entre su satisfacción fanfarrona y los negros augurios para los demás –crisis sanitaria, energética, guerra, crisis de precios, de suministros, desempleo, etcétera–, evidencia la dualidad creciente del sistema socioeconómico. Una buena parte de esas grandes empresas echan mano de la ingeniería fiscal o directamente de la evasión y el escaqueo en paraísos fiscales para evitar sus aportaciones al conjunto de la sociedad. O se blindan rellenando sus consejos de administración con expolíticos en busca de cobrar viejos favores. Y entre tanto, el capitalismo especulativo de los mercados arrasa el planeta Tierra moviendo miles de millones de euros muchas veces a costa de traspasar los recursos públicos del bien común colectivo a esos bolsillos privados. Todo sigue igual que cuando empezó. Para esa plutocracia de privilegiados y conseguidores es la crisis permanente el estado ideal. Ganan mucho más y de forma más fácil.