Las redes sociales están siendo utilizadas como un arma de guerra. Son una herramienta potentísima para dar a conocer en tiempo real lo que está ocurriendo (podemos conocer sin filtros cómo es la vida y la supervivencia en cualquier rincón de la franja de Gaza tras los bombardeos o historias de familias desoladas por la violencia de Hamas en Israel in situ y con testigos directos) pero también plataformas como X, Telegram, TikTok, Snapchat o Instagram tienen su lado oscuro. En ellas rulan mentiras, bulos, desinformaciones que se utilizan para confundir y engañar a la opinión pública sabiendo que la línea entre lo que es cierto y lo que no lo es resulta difícil de detectar. Hemos visto vídeos falsos de supuestos paracaidistas armados de Hamas sobrevolando Israel que eran de la guerra de Siria y que se vuelven virales antes de que los verificadores de datos puedan desmentirlos. La IA ayuda además a crear imágenes creíbles. Los colonos “armados” que “han asesinado a palestinos y les han robado sus tierras y sus casas”, como se difundió por redes, eran en realidad dos asistentes al festival de Israel que fueron secuestrados. Hamas, Al Qaeda y el Estado Islámico han explotado sus redes sociales para promover su causa. También lo ha hecho Israel al no desmentir muchas informaciones falsas o fomentar mensajes de odio. Una corresponsal de un canal de tv israelí informó de 40 bebés decapitados por Hamas que se hizo viral y sigue sin confirmarse.

Llevamos doce días de desinformación de un bando y de otro. Tras el ataque al hospital gazatí de Al Ahli las Fuerzas Israelíes de Defensa defienden la versión de que se trata un misil fallido de la Yihad Islámica y han difundido vídeos de Hamas en el que hablan de un misil fallido de la Yihad. Hamás, que controla “de facto” Gaza asegura que Israel es “directamente el responsable”. Sea como fuere lo cierto es que los paganos de esta escalada bélica ha sido nuevamente la población civil más vulnerables. El embajador de Palestina en España aseguró que el hospital fue “advertido” horas antes del ataque de que iba a ser bombardeado. Un comunicador cercano al Gobierno israelí confirmaba por redes la autoría del ataque al hospital gazatí Al-Alhi media hora después de que se produjera porque no querían que fuera utilizado por Hamas como refugio. Luego se borró. Lo mismo ocurrió con una cuenta que el primer ministro israelí debió publicar, según las capturas de algunos lectores: “Esta es una lucha entre los niños de la luz y los niños de las tinieblas, entre la humanidad y la ley de la selva”. El campo está minado de llamadas al odio y los algoritmos, lo sabemos, radicalizan las posturas porque la confrontación y la caña al mono vende. También la furia contra Israel ha prendido en el mundo árabe tras el llamamiento de Hezbolá a unirse a un “día de la ira sin precedentes” contra Israel. Cada uno se queda con lo que quiere o lo que busca. Yo comparto con el periodista Fran Sevilla que criticar las actuaciones del Gobierno israelí, condenar los bombardeos indiscriminados sobre Gaza y el castigo colectivo a la población palestina no es antisemitismo, igual que no es antiislamismo condenar los asesinatos y secuestros de Hamas o su desaforado integrismo.