En la misma semana en la que hemos conocido la lista Forbes de las personas más ricas del planeta, esos nombres poco accesibles que manejan cifras millonarias que no alcanzamos a medir, volvemos a tener datos sobre la pobreza en Navarra, cifras esas si fácilmente medibles de personas con nombres cercanos. Dos caras de una misma moneda, la de la riqueza y la pobreza, que nunca se tocan pero que siempre van de la mano. Porque la desigualdad no es sino la distancia entre los que más tienen y los que menos.

Precisamente, a pesar de que en Navarra la situación es mejor si se compara con otras zonas y se mantiene como la comunidad con menor riesgo de pobreza y exclusión social, el último informe del Gobierno foral refleja también un crecimiento de la desigualdad. Es suficiente con darte una vuelta por un supermercado de cualquier barrio de Pamplona para ver que alimentos van en unas cestas de la compra y con qué se llenan otras. Hay muchas personas que no pueden llegar a fin de mes y los bajos ingresos de un hogar determinan la calidad vida porque inciden en la salud, la educación, el ocio, la inserción social o el acceso a la vivienda y este último es muchas veces el verdadero drama. Hay muchos grados de pobreza y niveles de desigualdad y es en todos ellos en los que hay que incidir. Que estemos bien en comparación con el resto no puede ocultar que hay muchas personas pasándolo mal. De ahí la necesidad de mantener políticas públicas de protección social para que no se abra más la brecha.