Amnistía aprobada. Una de las razones a favor de la misma es que “mejora la convivencia”. ¿Seguro? No. Simplemente, esa pregunta no tiene posible respuesta. Se trata de conocer un concepto: contrafáctico. Es un condicional que describe una situación que no ocurrió en realidad pero podría haber ocurrido. Comprenderlo nos ayuda a evitar manipulaciones interesadas, mejorar nuestra vida cotidiana e incluso a buscarlo mediante experimentos aleatorios controlados.
Para saber si realmente la amnistía ha mejorado la convivencia, deberíamos valorar la posible evolución de la sociedad catalana en el caso de que los dirigentes condenados hubiesen seguido encarcelados. Un escenario límite es que el sentimiento independentista se habría desactivado del todo: las leyes son las leyes y quien no las cumple ya sabe lo que hay. El otro escenario límite es que el sentimiento independentista se habría amplificado: no puede ser que permanezcan encarcelados personas que tenían unas ideas que a su juicio beneficiaban al conjunto de la comunidad. ¿Es eso un delito? Habría habido manifestaciones, revueltas y una alta conflictividad social. Entre medio, cualquier otra posibilidad. En definitiva, no podemos saber si la amnistía ha sido para mejor o peor al ser la otra opción un contrafáctico.
Otro ejemplo que se aplica según la ideología que convenga. Cuando hay un asesinato machista, los defensores del Ministerio de Igualdad dicen que es debido a su bajo presupuesto y necesitan más recursos. Los que están en contra dicen que se está tirando el dinero ya que sigue habiendo fallecidas. Una vez más, es imposible demostrar quién tiene razón. Se pueden aplicar otras opciones: comparar regiones y países.
En la India es noticia ¡el asesinato de hombres por parte de las mujeres! Eso es debido a que el hecho de que fallezcan muchas mujeres a manos de sus maridos, si bien es una desgracia absoluta y totalmente condenable, ha dejado de ser noticia por lo habitual. En las noticias sale que un hombre muerde a un perro; lo contrario, no tiene interés social y tiende a salir menos en los medios.
Para evaluar si el tabaco es malo para la salud, se pueden usar diferentes métodos epidemiológicos. El más típico en este caso es el de cohortes. Se plantea un grupo con fumadores, otro sin fumadores y valoramos, por ejemplo, la incidencia de cáncer. El estudio sólo será válido si la única diferencia entre los dos grupos es la exposición al tabaco. Así logramos aproximarnos al cumplimiento del contrafáctico. Pero no es tan fácil. Las personas que fuman suelen cuidarse menos (quizás beban más alcohol) y parte de la diferencia en la incidencia obtenida se debe, por lo tanto, a ese factor.
Hay una opción en muy útil en la que se cumple este aspecto teórico: es el estudio de casos y controles alternantes. Un ejemplo será de utilidad. Un amigo comentaba que muchos sábados, al salir de fiesta, terminaba indispuesto. Y el alcohol no podía explicarlo, ya que siempre bebía lo mismo. ¿Entonces?
Para responder a la pregunta, se trata de comparar sábados de los que disfrutaba de la fiesta con sábados en los que no. ¿Qué actividad era común en el primer caso, cuál en el segundo? Descubrimos la causa oculta. Era ir a trabajar a la mañana. Como se daba verdaderas palizas, cuando llegaba la noche no podía con su alma y con un par de copas caía redondo. Si no le tocaba actividad laboral, se encontraba más descansado y entonces la cosa cambia. Desde entonces, cuando trabaja se toma las cosas con más calma. Usando este método para comparar patrones comunes cuando estamos de buen humor y enérgicos y cuando no, comprendemos mucho mejor la realidad y a nosotros mismos. En definitiva, concepto asimilado: casos y controles alternantes.
En los típicos dilemas veraniegos (¿playa o monte? ¿cine o teatro? ¿deporte o lectura?) nunca sabremos si hemos tomado la mejor opción ante la imposibilidad que tenemos de aplicar el contrafáctico. Si nos vamos al Caribe y hay un huracán y pensamos que habría sido mejor ir a Irlanda, estamos en las mismas. Podríamos haber tenido un calor brutal… o podríamos haber perdido la maleta. Es el azar.
Existe otra posibilidad que permite elegir, de forma fiable, entre dos o más posibilidades. Es el denominado experimento aleatorio controlado. ¿Cómo evitamos más accidentes de tráfico? ¿Con mayor publicidad o subiendo las multas? Para comprobarlo, habría que coger dos regiones semejantes (no sirve Estados Unidos y Burkina Faso; puede servir la provincia de Teruel y la de Huesca, con afinidades culturales y sociales) y comprobar los resultados pasado un tiempo.
¿Cómo aplicar los experimentos aleatorios para prevenir la corrupción? ¿Aumentamos las penas de cárcel o mejoramos los mecanismos de supervisión?
Muchos estudios entienden que la primera opción es la deseable, pero no es así: las personas tienden a racionalizar su conducta, sea la que sea. Y es que, por muchas investigaciones que hagamos, somos humanos. Demasiado humanos.
Economía de la Conducta. UNED de Tudela