Las mujeres ocupan en Navarra nueve de cada diez empleos en los cuidados. El titular es literal y responde a la realidad. Las mujeres nos hemos encargado de cuidar desde hace mucho. A veces exclusivamente. No responde a un don innato ni hay una zona del cerebro femenino dedicada a ello que así lo determine u oriente o solo encuentre la paz haciéndolo, mucho menos es un placer que nos realice como mujeres y como personas, expresión que oigo a veces y me inquieta. Es un trabajo.

Las mujeres ocupan en Navarra nueve de cada diez empleos en los cuidados porque es un sector poco atractivo para los hombres porque, si no, no sería así. Está mal pagado, las tareas son duras y tiene poco prestigio. Si los cuidados fueran un sector masculinizado, estos empleos tendrían otro reconocimiento, se hablaría de ellos en tertulias y encuentros informales como se habla de otros, yo qué sé, del transporte, y todo el mundo tendría una opinión, una anécdota.

Pero es un trabajo de mujeres y no se ha desarrollado un relato social valorativo, con su correspondiente correlato económico, a lo sumo y muy condescencientemente, una pseudolírica cursi. No hay épica porque no reconocemos en estas mujeres nuestros valores ni vemos en sus manos el destino de nuestras sociedades. ¿Qué sectores y qué personas dirían ustedes que están en la vanguardia de la defensa de nuestra supervivencia?

Además, es un trabajo relacionado con la vulnerabilidad de la vida, con la creación de condiciones para que esta se desarrolle o se sostenga. ¿Quién quiere mirar para este lado en este mundo de gente independiente, libre, capaz y exitosa? ¿Seguimos dejando la épica para quienes hacen lo contrario que estas mujeres o se muestran dispuestos a hacerlo?

Realmente, tenemos una visión muy limitada y estúpida.