Nueve de cada diez empleos en los cuidados está cubierto por mujeres en Navarra si se tienen en cuenta sectores como el de las residencias de mayores, discapacidad, intervención social, hogar y el servicio de atención domiciliaria. En total se contabilizan más de 15.000 entre féminas y hombres. 

El envejecimiento de la población es una realidad y el aumento de las personas que viven solas también. El número de habitantes de la Comunidad que superan los 65 años ha crecido un 30,6% en las últimas dos décadas, hasta los 134.844 actuales, según Nastat. Además, los hogares navarros unipersonales han aumentado un 17,3%, hasta los 28.400 en siete años, principalmente ocupados por personas viudas, según el INE. Las previsiones apuntan a que estos indicadores incrementarán cada vez más.

El envejecimiento de la población es una realidad y el aumento de las personas que viven solas también

Este escenario pone en valor el sector de los cuidados de las personas, ya sea por su avanzada edad o por algún tipo de dependencia –sin tener en cuenta los años–. Además, también necesitan atención el colectivo de discapacidad o aquellos que se encuentran en exclusión y desprotección o en riesgo de estarlo.

Estas actividades engloban en la Comunidad a unos 15.000 trabajadores, el 90% son mujeres. Las residencias de mayores emplean entre féminas y varones a un total de 4.000 personas asalariadas; los centros de discapacidad, a unas 2.000; los de intervención social, a unas 1.600; y el colectivo de empleadas del hogar a casi 7.000 –6.706 mujeres y 231 hombres–. La pandemia de la covid puso en valor el papel de los profesionales de los cuidados, pero una vez superado el coronavirus, ese reconocimiento no se ha visto reflejado en sus condiciones laborales, y por eso estas trabajadoras se movilizan para mejorarlas.

Lucha laboral

Cada trimestre, los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) muestran que las mujeres registran más temporalidad y reducciones de jornada –factores de precariedad en el empleo– que los hombres, al analizar los cuatro sectores: primario, industria, construcción y servicios.

La última EPA, correspondiente al tercer trimestre, indica que dos de cada tres empleos a jornada parcial en Navarra está ocupado por una mujer; y que el 54% de los contratos temporales están rubricados por féminas. Además, son mayoría en servicios, al ostentar seis de cada diez puestos de trabajo en el sector terciario, que a su vez registra los salarios más bajos si se compara con la industria y la construcción. La Encuesta Anual de Estructura Salarial del Nastat desvela que en servicios, los hombres cobran un salario medio de 30.596,24 euros al año y las mujeres, de 24.446,6 euros, una brecha de 6.150 euros. Incluso en un mismo sector la diferencia entre varones y féminas se palpa. 

Los hombres cobran un salario medio de 30.596,24 euros al año en servicios y las mujeres, de 24.446,6 euros

Y es en servicios donde se sitúan las actividades de cuidados en sus diferentes áreas. Por ello no es casual que estas trabajadoras denuncien sus condiciones laborales en materia de salarios, jornadas o tratamiento de las bajas, y que defiendan sus convenios, como en residencias, en intervención social o en discapacidad.

Además, a pesar de que toda la sociedad debe tener derecho a los cuidados, en el actual sistema prima la privatización y eso complica el acceso a estos servicios de manera asequible. Navarra suma 72 residencias para mayores, de las que solo dos son públicas: el Vergel en Pamplona y Santo Domingo en Estella, clarifican desde ELA. 

La Comunidad ofrece unas 6.000 plazas para personas mayores, de las que la mitad están concertadas con el Gobierno de Navarra. Así que 3.000 residentes abonan la totalidad de la cuota a una empresa privada; y las otras 3.000 reciben un porcentaje de subvención que depende del grado de dependencia y de los ingresos del solicitante, pero el resto de la cuota debe aportarla el usuario. Los sindicatos critican que esa privatización va en contra “de la calidad del servicio a la persona y de las condiciones laborales de las plantillas”. 

Un conflicto enquistado

Josetxo Mandado, del sector sociosanitario de ELA, recuerda que las 4.000 trabajadoras de residencias acumulan un largo conflicto laboral para conseguir su primer convenio sectorial. Como ejemplo, un sueldo de gerocultora asciende a 1.061 euros brutos, y en limpieza, a 962 euros. También reclaman pasar de las 1.792 horas de jornada anual a las 1.592 horas de manera progresiva.

ELA, UGT y LAB han protagonizado las movilizaciones de los últimos meses, de las que se desmarcó CCOO finalmente. Desde el 29 de junio no hay noticias de las empresas aglutinadas en las asociaciones ANEA y LARES, aunque la parte social exige la implicación del Gobierno foral por las concertaciones de plazas que hace con los gestores de las residencias. “La patronal mantiene bloqueada la negociación”, insiste Josetxo Mandado.

En la vivienda

Los cuidados también se trasladan a las viviendas, donde, a veces, los usuarios solicitan servicios de atención domiciliaria (SAD), coordinados por los ayuntamientos; o la contratación de empleadas del hogar.

Las trabajadoras de los SAD acuden a los inmuebles durante unas horas para atender exclusivamente a una persona con cierta dependencia. “Los consistorios observan que este tipo de demanda está creciendo en las zonas rurales”, cuenta David Marcalain, secretario general de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO.

Las empleadas del hogar reclaman el efecto retroactivo del derecho al paro

La presidenta de la Asociación de Empleadas y Empleados del Hogar de Navarra, Caridad Jerez, destaca que este colectivo está “muy feminizado, con muchas mujeres migrantes pero también autóctonas”. Reivindica el papel de estas profesionales en los hogares y denuncia la estigmatización de su profesión. “Muchas trabajadoras navarras no quieren formar parte de la asociación porque se avergüenzan de reconocer que se dedican a limpiar. Eso no puede pasar”, dice. 

Además de esta tarea, su trabajo puede incluir cocinar, lavar, planchar, cuidar a niños o niñas, a personas mayores y a dependientes. La mayoría de las integrantes de la asociación –unas 60– que preside Caridad Jerez desde su fundación hace once años, proceden de otros países. Cuenta que el sueldo base es el salario mínimo interprofesional, 1.080 euros mensuales. Aunque esta cantidad puede mejorarse si llega a un acuerdo con el contratador. “Por algo más de mil euros hay familias que disponen de empleadas de hogar internas que residen en la vivienda para cuidar a una persona mayor, que habita sola”, relata.

Jerez demanda avanzar en las condiciones de estas profesionales, pide que formen parte del régimen general y que se respete el cumplimiento de los horarios y de los descansos, y hace hincapié en que se reconozca el derecho al desempleo con efecto retroactivo.

La UE despierta

La UE se ha dado cuenta de la importancia de forjar un sector de cuidados que cubra con calidad las necesidades de las personas dependientes y que los cuidadores dispongan de condiciones laborales dignas. Por ese motivo, el año pasado aprobó la Estrategia Europea de Cuidados. Este plan pretende que los países miembros de la UE inviertan más en este fin, generen nuevos puestos de trabajo y logren que los cuidados sean más accesibles, asequibles y de mayor calidad. El objetivo: destinar 6.700 millones en asistencia sanitaria y cuidados de larga duración en los Estados miembros a través del Fondo Social Europeo Plus para 2027.