Elma Saiz, la concejala fugaz del Ayuntamiento de Pamplona. Política y deportista. Le gusta correr. No siempre respeta las metas. Electa en 2019, ni un trimestre en la Casa Consistorial (consejera de Economía y Hacienda). Electa en 2023 (cabeza de lista), ni un semestre (ministra). Aunque en campaña proclamó su compromiso: “Mi sitio es Pamplona. Quiero dedicarle mi vida”. La designación le ha dado mejores resultados que la elección. A dedo, delegada del Gobierno (2008-2012), consejera foral (2019-2023) y ahora, ministra. Fue también directora del Instituto Navarro para la Igualdad y Familia. Tras haber salido elegida como parlamentaria foral (2003-2007) y como concejala de Pamplona (2019) dentro de las listas socialistas, su mayor fracaso fue la candidatura a la alcaldía. A pesar del escaparate de la portavocía del Gobierno y del apoyo de Balduz, primer alcalde democrático de la capital y el único socialista. Bajó en porcentaje (medio punto) y en votos (1567) con respecto a la defenestrada Esporrín. El sentido del voto del PSN impidió una alcaldía alternativa protagonizada por la sigla progresista más votada. Ministra de SS y Migraciones. De migrar, en lo municipal es experta.

Alberto Catalán, solitario diputado de UPN, renunció a ser Prudencio (su segundo nombre) y se encaró a la presidencia del Congreso por el tiempo concedido a su intervención en la sesión de investidura. El prospecto de graves efectos secundarios de Pedro Sánchez tuvo que soportar el corte de micrófono. Farmacéutico de formación, va para cuarenta años en la rebotica política: parlamentario perpetuo, presidente de la Cámara, Secretario General y Vicepresidente de UPN, consejero y portavoz foral (2003-2011), Senador y ahora Diputado. El regionalismo no estaba acostumbrado a ser la cuarta y última fuerza navarra en la Cámara Baja. Lo habitual es que consiguiera 2 de los 5 diputados. Los dos últimos, ahora en la bancada del PP. Forúnculos para el boticario.