Henry Kissinger, artífice de algunas de las tropelías más grandes que ocurrieron en el mundo en la segunda mitad del siglo XX: Siempre he sostenido que la muerte no nos hace buenas personas y la suya -¡a los cien años!- me da motivos para reafirmarme. Lo imagino ahora mismo, camino del infierno, sonriendo al ver que lo más que dicen las notas sobre su fallecimiento es que fue un personaje “polémico” o “controvertido”. Y luego están las pastosas loas fúnebres que lo retratan como un estadista del copón y pico. Pero supongo que, una vez más, así se escribe la Historia: elevando a la categoría de leyenda a un tipo sin escrúpulos que estuvo detrás de todas las matanzas de sospechosos de ser demócratas en América Latina y que sostuvo las dictaduras más sanguinarias en lo que consideraba su patio trasero. ¡Cuánto daño hizo!