Le irá mejor o peor –porque esto de las selecciones va por añadas, como la uva, y venimos de épocas de grandísimas jugadoras–, pero nadie podrá negar que la selección femenina de balonmano está en muy buenas manos con Ambros Martín.

La Federación Española lo tenía claro para contratarlo, porque el canario –muy vinculado a Navarra, ya que jugó en el Portland San Antonio en los seis años más gloriosos del club, y luego entrenó ocho años al Itxako de Estella, también en su mejor etapa– tiene un palmarés espectacular en el balonmano femenino, cuatro Champions incluidas.

La agónica victoria de ayer ante Brasil pone al equipo con pie y medio en cuartos del Mundial, y a partir de ahí soñar es gratis. Pero da tranquilidad y confianza tener en el banquillo a alguien que sabe a qué puede y debe jugar con los mimbres que tiene. Y si además cuenta con la navarra Lysa Tchaptchet en los momentos claves, miel sobre hojuelas.