La furibunda reacción del Gobierno israelí que lidera Benjamin Netanyahu a la petición oficial del secretario general de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, de que el Consejo de Seguridad trate la situación en Gaza y fuerce un alto el fuego desborda los límites de la buena fe en la diplomacia internaiconal. El ministro israelí de Asuntos Exteriores, Eli Cohen, calificó el mandato de Guterres de “peligro para la paz mundial” por la mera aplicación de un mecanismo previsto en la Carta de la ONU –su artículo 99– que permite al secretario general instar al Consejo a debatir un asunto que considere una amenaza a la paz y la seguridad mundial.

El hecho de que Cohen invierta el sentido del citado artículo y haga un señalamiento ad hominem es un ataque a la independencia del secretario general y un intento de amordazar el sistema de control de la estabilidad que constituye la ONU. Con todos los condicionantes e imperfecciones que redundan en que, por ejemplo, nada de lo propuesto por Guterres sirva para salvar el veto previsible de uno o varios de los miembros permanentes de Consejo, el carril para preservar los derechos humanos y canalizar los conflictos bélicos hacia la vía del diálogo que constituye la organización es el único mecanismo que separa las relaciones geoestratégicas de la pura selva.

Netanyahu rechaza la limitación a sus acciones y mucho menos la supervisión en términos de derechos humanos, consciente de que su estrategia es una violación sistemática de los mismos. Su Gobierno acosa sistemáticamente a los funcionarios de la ONU y responde a cada denuncia de su estrategia de exterminio con una campaña de descrédito. El fiscal de la Corte Penal Internacional advertía ayer que impedir el acceso de ayuda humanitaria a Gaza puede considerarse “un crimen de guerra” y el gobierno hebreo anunciaba a continuación la no renovación del visado de la coordinadora humanitaria de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados, que conllevará su expulsión en los próximos días. La acumulación de crímenes de lesa humanidad durante las últimas semanas facilita una escalada para los próximos años. El terrorismo de Hamas lleva camino de lograr su objetivo de captar para su guerra a miles de jóvenes palestinos con la imprescindible colaboración del primer ministro israelí.