La derecha ha vuelto a lanzar su mensaje infame de salvapatrias. Incapaz de tejer alianzas con otras fuerzas que no sean los ultraderechistas de Vox han redoblado su estrategia de acoso al Gobierno progresista primero deslegitimando sus investidura democrática y ahora sus políticas. A falta de argumentos buenos son el griterío callejero y los eslóganes simplistas para intentar sacar réditos electorales. En la enésima manifestación tras la sonrojante foto de Colón, ayer el PP volvió a la carga en una cita a la que no faltaron los más altos gerifaltes pasados y presentes del partido. Su resentido líder, Alberto Núñez Feijóo no se cortó un pelo al afirmar que Sánchez “ha comprado la investidura”.

Como si su partido no hubiera negociado otrora con formaciones nacionalistas para llegar a La Moncloa. Pero el colmo del cinismo fue la desestabilizadora arenga a que “vamos a rescatar democráticamente a España y a devolver a los españoles su derecho a que nadie les imponga un país que no hemos elegido”. Como si las mayorías (aunque exiguas, eso sí) que sustentan la política del Gobierno no fueran democráticas. El último rescate que acometieron fue el bancario, que con Rajoy en La Moncloa supuso casi 90.000 millones de euros de fondos públicos y de los cuales 74.000 aún no han sido recuperados.