Galicia ocupa ahora el foco de Madrid. Debiera ser que Galicia ocupara su propio foco porque lo que se celebra el domingo son las elecciones gallegas. Pero Madrid es una aspiradora inmensa que absorbe cualquier acontecimiento político, social, cultural, deportivo, etcétera y lo interpreta en función de sus propios intereses y necesidades, aunque el resultado electoral del domingo tendrá una lectura política estatal, sobre todo si el PP pierde la mayoría absoluta y se conforma una alternativa entre BNG y PSOE. La división entre Sumar y Podemos parece que les deja lejos de lograr representación a ambos. Otra más de las cuitas ininteligibles que asuelan a la izquierda española desde décadas atrás. Sin solución y se repite en pocas semanas en la CAV. De hecho, son Feijóo y Yolanda Díaz los políticos con mando en Madrid que más se juegan en Galicia. Feijóo porque la pérdida de la Xunta sería un fracaso del PP que le señalaría directamente a él cuando ya está cuestionado en el seno de su propio partido y también entre la opinión pública, incluidos parte de sus electores. Y a Yolanda Díaz porque una derrota dejaría tambaleando el proyecto de Sumar y el resultado de la batalla abierta e insana con Podemos de cara a las elecciones europeas de junio. Un varapalo para su imagen siendo vicepresidenta y siendo gallega. Quizá el que menos se juega sea Sánchez. El PSG sale en desventaja, ya no respecto al PP, sino también sobre el BNG y alcanzar la Xunta en un gobierno de coalición con el BNG sería un pequeño respiro. Y en caso de victoria del PP siempre se podrá escudar en que esa posibilidad estaba amortizada de partida porque es lo habitual en Galicia desde 1981. Y, de hecho, esa era la expectativa de las encuestas también hace solo unas semanas. Pero es cierto que los sondeos han ido modificando las perspectivas de voto y ha crecido en los últimos 15 días la posibilidad de que Galicia apueste por un cambio político con un BNG en claro ascenso electoral. Una cierta pulsión de cambio a la que han contribuido tanto la sosez y baja imagen del candidato popular Alfonso Rueda, sustituto de Feijóo cuando este viajó a Madrid para liderar el PP, como el propio Feijóo con la confusión en plena campaña sobre sus contactos con Junts y sus posiciones sobre la amnistía y los indultos. Otro sindiós. Y aunque no está claro que el desenlace no sea el de siempre en Galicia y el PP logre otra mayoría absoluta y siga gobernando, en estos últimos días sus líderes y los medios afines dan constantes muestras de nerviosismo ante la incertidumbre de las urnas. Que hayan tenido que recurrir al habitual comodín de ETA que usa el PP en toda campaña electoral o sacar a pasear a Putin e incluso a Hamas para atacar al BNG o a mendigar el voto socialista o a ofrecer subidas salariales todo tipo de funcionarios a horas de las elecciones son ejemplos de que claro no lo tienen. Y quizá esos recursos sean además otro error. Centrar el mensaje en la clave autonómica ha sido precisamente una de las razones del auge del BNG, que ha huido de los debates de interés en Madrid y ha apostado por un discurso que prioriza los intereses generales de la Galicia real. Mañana las urnas dictarán sentencia, en otra jornada electoral que se presenta incierta y veremos si Galicia sigue en el alero de Madrid o camina por su propia senda.