El feminismo está siendo el mayor motor de transformación social, desde el inicio de la democracia ha provocado una verdadera revolución silenciosa en todos los ámbitos de la vida cotidiana y en todos los sectores de la sociedad, de ahí el empeño de la ultraderecha en condenarlo. Durante estos casi cincuenta años las mujeres hemos librado luchas constantes, comprometidas, arriesgadas para acabar con las discriminaciones y conseguir condiciones de vida justas.

Estas luchas se han dado en todos los ámbitos; y en el laboral no ha sido menor. Las mujeres necesitamos independencia también económica para ser autónomas, para no depender de nadie. Y el trabajo asalariado ha sido una de esas fuentes de autonomía. Así, la lucha por el acceso al empleo, la promoción profesional, la corresponsabilidad, la igualdad salarial o el fin de la violencia machista son objetivos sindicales. Por esta razón, desde CCOO reivindicamos el feminismo sindical que nos es propio con la lucha por los derechos laborales y colaboramos con el resto de feminismos para lograr erradicar el machismo que aún persiste en todos los espacios.

También el 8M reivindicamos este feminismo sindical y nos sumamos a disfrutar este lúdico día de reivindicación, sin dejar de actualizar día a día el feminismo en los centros de trabajo, identificando y denunciando situaciones discriminatorias para las mujeres, negociando planes de igualdad, aportando propuestas para mejorar las condiciones laborales de las mujeres en el ámbito del diálogo social… Toda esta actividad es necesaria porque la sola aprobación de las leyes en materia de igualdad no garantiza que se alcance la igualdad en las empresas. De hecho la realidad que muestran los datos es la de un ámbito laboral patriarcal, en el que las discriminaciones que sufrimos las mujeres continúan, son de carácter estructural, son enormes y exigen de medidas estructurales para eliminarlas. El pasado 15 de febrero desde CCOO hacíamos público un informe sobre la situación sociolaboral de las mujeres, en el que constatamos que persisten las brechas.

Persiste una brecha de ocho puntos en actividad, en parte porque muchas mujeres, las mal llamadas “inactivas”, se ven obligadas por la división sexual del trabajo a hacerse cargo de los cuidados. Y para las que sí estamos en el mercado laboral también se mantienen importantes brechas. Sufrimos peores salarios, más jornadas parciales (tres de cada cuatro jornadas a tiempo parcial las desempeñan mujeres). Sufrimos una segmentación laboral que nos sitúa en los sectores y ocupaciones con peores remuneraciones. La brecha salarial, según el último informe de CCOO, supera el 27% con 6.834 euros de diferencia en el salario medio anual entre mujeres y hombres. Y eso que las sucesivas subidas del SMI y del salario mínimo de convenio han reducido la diferencia de manera progresiva. Todos estos elementos que se traducen en menores salarios durante la trayectoria laboral, repercute directamente en las pensiones de las mujeres: la pensión de una mujer es un 36% menor que la de un hombre, concretamente 613 euros menos. Los cuidados están detrás de que las mujeres abandonemos más tempranamente la vida activa, también están detrás de que seamos las mujeres quienes más nos acogemos a las jornadas parciales, a las reducciones de jornada y a las excedencias para cuidar.

La gente de CCOO lo tenemos claro: no habrá cambios sustanciales en las condiciones de empleo de las mujeres si se sigue atribuyendo el trabajo doméstico y de cuidados a las mujeres. Por ello, consideramos que la vía para reducir todas estas desigualdades que afectan a las mujeres en el mercado laboral y cuyo máximo exponente es la brecha salarial debe abordarse a través de un Pacto Integral de Cuidados, un pacto que se acuerde desde la corresponsabilidad y desde todas las partes implicadas: el Estado, las empresas y con una mayor implicación de los hombres.

Se persigue que cada uno de los agentes corresponsables de los cuidados cumpla con su parte: el Estado, con servicios, infraestructura y recursos de calidad para el cuidado; las empresas, flexibilizando jornadas con una mayor racionalidad en los horarios; y los hombres, asumiendo el cuidado de sus hijas, hijos y de sus mayores, así como con el resto de familiares que precisen cuidados especiales, porque siendo corresponsables gana toda la sociedad. Porque el feminismo no solo beneficia a las mujeres. Siendo corresponsables ganamos más todos y todas, no solo a nivel económico: se gana más salud; más tiempo propio; tiempo de presencia y derecho a cuidar para los hombres; en productividad para las empresas; en equidad para la sociedad y en igualdad y democracia para el Estado.

La autora es Secretaria de Mujeres e Igualdad de CCOO de Navarra