La transformación es lenta, pero después de siete años de andadura, los efectos positivos del programa Skolae se dejan sentir entre el alumnado. Así lo constatan las personas coordinadoras y los equipos directivos de centros escolares, que observan un cambio de mirada, una mayor conciencia respecto a actitudes sexistas o ante la diversidad sexual, un mayor uso del lenguaje no sexista y una mayor apuesta activa por la igualdad. “La reflexión que recogemos de los centros es que se ha mejorado, por ejemplo, en el uso y distribución de los espacios comunes, sobre todo en los patios”, asegura Amelia Fernández de Monje Arregui, responsable del negociado de Coeducación del Departamento de Educación y añade que “los cambios metodológicos que se han introducido en el sistema educativo en los últimos años y contribuyen a potenciar un cambio real en la participación y liderazgo igualitario”.

El programa Skolae, que está presente en 284 centros educativos, trata de consolidar la coeducación en todos los niveles educativos no universitarios promoviendo las relaciones igualitarias basadas en el buen trato y la prevención de la violencia de género. “Cuando un centro inicia su implantación comienza un itinerario de al menos cuatro fases, en las que todo el profesorado realiza una formación teórico-práctica. En las fases impares es individual, on line y tutorizada y en las fases pares, la formación se realiza en grupos de trabajo en el centro y es coordinada por el grupo impulsor”, explica Fernández de Monje.

Al término de las cuatro fases, los centros comprueban el grado de logro conseguido. Para ello aplican una herramienta que determinan si un centro ha adquirido una identidad coeducadora. Durante este curso, más de un centenar de centros está evaluando su proceso de transformación coeducativa. “A partir de los datos que extraigamos se podrá hacer una valoración del nivel de transformación que están teniendo los centros”, afirma esta integrante del equipo Skolae.

A su juicio, el papel de los equipos directivos y de los grupos impulsores de los centros es clave. “Si están comprometidos, el resto de docentes se implica. Se generan espacios para hablar de coeducación y de temas de igualdad, hay debate en los centros y en poco tiempo se percibe un cambio de mirada en la propia práctica docente”, asegura Fernández de Monje, que reconoce que “muchas veces el compromiso del profesorado se ve frenado por otros factores como la sobrecarga docente o el exceso de burocracia”. Sin embargo, defiende, “el profesorado formado en coeducación se da cuenta de que no se trata de añadir más trabajo al que ya realiza, sino de abordarlo de otra manera”.

¿Por qué hay cierto rechazo?

El programa Skolae ha estado rodeado de polémica desde el inicio principalmente por el rechazo de “un número reducido de familias muy persistente que s eopone a la implantación del programa y ha conseguido que el TSJN acepte sus denuncias”. Ahora bien, Fernández de Monje remarca que “una y otra vez el programa sale reforzado tras las sentencias”.

Entre las razones por las que algunas familias rechazan Skolae están “los malentendidos sobre sus objetivos o métodos, el desconocimiento de lo que implica coeducar más allá de clichés, las resistencias a realizar cambios en el currículo, las discrepancias ideológicas o el miedo a abordar contenidos sobre sexualidad, por ejemplo”. Ahora bien, esta integrante de Skolae asegura que “la mayor parte de las familias comentan que el programa les ha servido para abrir nuevos puentes de comunicación con sus hijos e hijas en torno a temas como la igualdad o la sexualidad”.

Entre el profesorado, añade, el rechazo “no se dirige tanto al contenido del programa como al formato de la formación”.

Retos

En cualquier caso, el Departamento tiene clara su apuesta por la coeducación. De hecho se encuentra ultimando el Plan de Coeducación 2024-27 para consolidar la identidad coeducadora e impulsar su transversalidad en otros programas que se desarrollan en las escuelas.

Otro de los retos es “impulsar la participación del alumnado en la creación de una cultura coeducativa y en la promoción de los buenos tratos” y trabajar en la prevención, detección e intervención eficaz ante conductas constitutivas de violencia contra las mujeres, adolescentes y niñas o aquellas derivadas por razón de orientación sexual, expresión de género e identidad sexual”.