El año pasado, Domingo Zabalza, vecino de Muniáin de Guesálaz, compartió aquello que, junto a su hermano Lucio, fallecido en 2012, vio cuando era niño y calló por casi 90 años por temor a las consecuencias. Gracias a su testimonio, la Sociedad de Ciencias Aranzadi retomó las excavaciones que iniciaron en 2009 y paralizaron, al ser infructuosas, en 2010. A sus 94 años de edad, Domingo es protagonista del hallazgo de dos cuerpos enterrados que corresponden a víctimas del franquismo, gracias a un recuerdo de infancia que compartió con su hermano. Los restos yacían enterrados en una fosa común situada en una finca de la localidad de Muniáin de Guesálaz, contigua a la carretera NA-7059.

“Subíamos allí arriba, al monte, cuando éramos niños”, recordaba esta mañana Domingo durante la exhumación, señalando la Ermita de Santa Cruz. “Desde lo alto veíamos que pasaban cosas raras, que una zona del campo estaba más verde que el resto”, ha relatado haciendo referencia a lo que en aquel momento suponían que podía tratarse de fosas comunes.

Domingo también contó que las ejecuciones tenían lugar en la bajada del puerto de Etxauri, “en una zona donde la carretera hace una zeta”. Después, según ha explicado, vecinos de la zona trasladaban los cuerpos a los campos. “Dicen que uno consiguió escapar”, ha añadido.

Actualmente, el visor de fosas de Navarra registra 261 osarios comunes, de los cuales 96 ya están prospectados, 112 intervenidos y 53 permanecen todavía sin ser mediados

Como ha resaltado la consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera del Gobierno de Navarra, Ana Ollo, “estos hallazgos son un paso importante que damos en la construcción de una memoria democrática”.

Junto a los restos óseos han aparecido botones, resquicios de calzado y, en uno de los cuerpos, varios dientes de oro y un corchete metálico. Iñaki Porto