El equipo técnico de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, apoyado por el Instituto Navarro de la Memoria, ha llevado a cabo esta mañana la exhumación de los cuerpos de dos víctimas de la Guerra Civil que yacían enterrados en una fosa común situada en una finca de la localidad de Muniáin de Guesálaz, contigua a la carretera NA-7059.
Junto a los restos óseos se han hallado resquicios de calzado, botones y, en uno de los cuerpos, varios dientes de oro y un corchete metálico. Se desconoce la identidad de las víctimas, pero se sospecha que uno los cuerpos hallados podría corresponder al capitán de artillería Gregorio del Campo Mendoza que, según fuentes de su familia, fue detenido el 19 de julio de 1936 en el cuartel de Palafox (Zaragoza) y trasladado al Fuerte de San Cristóbal, donde permaneció hasta el 6 de septiembre para después ser conducido a las proximidades de Muniáin y ejecutado junto a otras personas.
Se trata de la tercera exhumación en la localidad en lo que va de año, después de las realizadas en Salinas de Oro y Genevilla, lo que evidencia las numerosas “puestas en libertad” que se dieron en lugares alejados de Pamplona durante la represión franquista.
El descubrimiento de la fosa ha sido posible gracias al testimonio de Lucio (que falleció en 2012) y Domingo Zabalza, de 94 años, dos hermanos vecinos de la localidad. Según recordó Domingo, cuando eran niños, su hermano y él acostumbraban a subir a lo alto del monte, a la Ermita de Santa Cruz. Desde allí arriba, en alguna ocasión percibieron algo extraño en la explanada de campo, pero el miedo a que hablar de ello pudiera traer represalias a su familia les llevó a permanecer en silencio hasta 2009, fecha en la que tuvieron lugar los primeros trabajos arqueológicos en la finca.
Durante 2009 y 2010, la Sociedad de Ciencias Aranzadi, impulsada por las asociaciones AFFNA-36 y Txinparta, llevó a cabo varias prospecciones en el terreno, ninguna de ellas exitosa. La búsqueda se paralizó hasta 2024, cuando el testimonio de los hermanos Zabalza reactivó las labores de excavación e inspección de la finca. Finalmente, la exhumación de ayer de los dos cuerpos corroboró lo que los ojos de Lucio y Domingo vieron hace casi 90 años y constataron la violencia política sufrida en la época.
Identificación de cuerpos
El proceso de identificación de los restos óseos constituye una parte fundamental de la recuperación de memoria histórica debido a que permite devolver la dignidad a las víctimas, poner nombre y apellidos al sufrimiento vivido y retornar a los allegados el cuerpo de sus familiares.
Según ha explicado el personal de Aranzadi, para identificar los restos óseos estos se envían al laboratorio. Allí se extrae el ADN, normalmente del hueso petroso, que alberga una gran cantidad de material genético, y después se compara con alguna de las personas registradas en el banco de ADN con familiares desaparecidos durante la violencia desplegada por los sublevados, en busca de coincidencias.
La Consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera, Ana Ollo, ha insistido en recalcar que “vivimos una época de negacionismo de ese pasado violento que fue la Guerra Civil y la posterior represión franquista”. Por este motivo, estas labores de exhumación son fundamentales para garantizar que las personas que fueron asesinadas y enterradas “no caigan en el olvido”, así como no debe hacerlo todo el resto del sufrimiento que “un círculo que jamás se debió abrir” trajo consigo.
Desde el Instituto Navarro de la Memoria se hace un nuevo llamamiento a la colaboración ciudadana, tanto para la localización de posibles fosas, como para encontrar familiares de personas represaliadas cuyas muestras genéticas puedan permitir nuevas identificaciones. Quienes puedan tener información relativa a localizaciones de fosas o enterramientos o deseen compartir su testimonio, pueden ponerse en contacto con el Instituto Navarro de la Memoria a través de la siguiente dirección de correo electrónico: inm@navarra.es.