Había empezado a escribir sobre el apego y no fluía. Ves una idea clara y de repente se esfuma o sin más te das cuenta de que no vale un pimiento. Esto pasa. Por lo menos a mí me pasa. Así que me levanto del ordenador y me voy al sofá. Y es entonces cuando su bonita portada, con la ilustración en rojos y azules de la circulación arterial y la venosa, me recuerda que el libro espera su turno desde hace un par de semanas.

S me habló de él, me dijo que lo estaba leyendo y que me podría gustar. Claro que interpreté que era una recomendación más allá de lo literario aunque lo incluyera y, conociendo a S, no podía ser un testimonio bienintencionado o una historia de buena suerte o un repertorio de respuestas.

M, la madre de S, murió de cáncer hace unos meses y P y J murieron de cáncer y yo podría y ustedes podrían dar la vuelta al abecedario con los nombres de quienes lo han superado y de quienes no y la autora del libro, Anne Boyer, escribe Desmorir a partir de su experiencia personal como enferma de cáncer. El subtítulo, una reflexión sobre la enfermedad en un mundo capitalista, pone intención y contexto.

S me invita a recorrer el camino que he visto andar a otras personas. A algunas he acompañado, a otras he deseado lo mejor, de otras he tenido noticia. Quién sabe si tendré una experiencia más cercana. Toco madera. De verdad. Cuesta escribirlo.

El libro es un libro de viaje. Seguramente voy a saber cosas que no sabía y que no quería saber o que había sabido y he olvidado porque prefería hacerlo. S me va a llevar por un camino de cabras pero se lo agradezco.