Lo siento por los euskarafobos: varias malas noticias en muy pocos días. Al aumento de presupuesto de Euskarabidea a 12,1 millones de euros, casi un millón más que en 2023, le tenemos que añadir el éxito de una Korrika brillante que ha dejado cifras récord de participación, también en la Comunidad Foral, y el resultado de la prematrícula de alumnado de tres años para el curso que viene. El modelo de euskera ha recuperado dos puntos pasando del 28,7% del total al 30,7 %. En total 1.550 niñas y niños en modelo D, a los que hay que añadir el 18,4 % que lo harán en modelo A, y, por lo menos, tendrán un contacto con esta lengua que les vendrá bien en muchos sentidos.

Todas estas noticias, sin embargo, chocan frontalmente con las que llegan de juzgados, despachos políticos y algunos ayuntamientos empeñados en poner cortapisas al euskera. Todos esos mensajes negativos que hablan de imposiciones y discriminación tienen su efecto en buena parte de la ciudadanía. Es más, hasta los mensajes positivos tienen también su efecto contraproducente, diría yo, porque pueden llevar a pensar que el euskera está mejor de lo que está o que se fomenta más de lo que en realidad es necesario. De hecho, los datos de la encuesta sociolingüística de 2021 reflejan que el 39,2% de los jóvenes de entre 16 y 24 años y el 33,4% de entre 25 y 34 están en contra de fomentar más el euskera.

¿Cuáles son los mensajes que se tienen que trasladar a la ciudadanía? ¿Qué alianzas hay que tejer para que el euskera se sienta como algo propio que merece la pena ser impulsado? De todo esto se hablará mucho en abril, en las jornadas organizadas por la asociación Topagunea. Seguiremos informando.