Cierra los ojos. Un presunto guía de la humanidad asegura a sus seguidores que el fin del mundo está cerca y que es el elegido para salvarlos y establecer una nueva sociedad. Abre los ojos y lo primero que piensas es que se trata de esa mala película emitida mil veces por televisión con pequeñas variaciones.

Abre los ojos otra vez y confirma que esto no es ficción, es la pura realidad a la que se han visto sometidas unas gentes por obra y gracia de un navarro acusado de estafa, engaño, maltrato… y recientemente detenido. Aunque el resto del argumento encaja a la perfección en un guión cinematográfico, la verdad es que es pura verdad.

Un escenario aislado (en este caso una zona de difícil acceso en Zaragoza), las agresiones verbales y físicas y la inducción a los integrantes –mayoritariamente mujeres– a un proceso de alteraciones personales y mentales. Es decir, la clásica secta destructiva del cine que busca la sumisión de los acólitos al líder mientras éste se llena los bolsillos. Si has visto la película, pareciera difícil quedar atrapada en las redes de estos tipejos por mucho retiro espiritual de autoconocimiento que te vendan. Pero sí, algunos caen y aquí al lado. Nos rodean demasiada soledad, algo de ingenuidad y mucha necesidad de buenas relaciones y así nos va.