Síguenos en redes sociales:

Mesa de Redacción

Félix Monreal

Réquiem por un músico

Réquiem por un músico

La escuchaste. Seguro que la escuchaste. La voz de Ángel ahondó más en el silencio frío de la sala del crematorio. Cantó desde lo más profundo Cuando un amigo se va, arrastrando esa a final como queriendo alargar el tiempo imparable de la despedida, del último adiós, que empieza también por a, como amigo. Cuando un amigo se va/Queda un tizón encendido/Que no se puede apagar/Ni con las aguas de un río. El susurro de narices húmedas y el aleteo de ojos vidriosos intentaban no alterar un momento tan íntimo y tan definitivo.

Los músicos, ya lo sé, sois gente muy especial; cuidáis unos de los otros, tejéis una tupida red de complicidades, de colaboraciones, un gremio por lo general bien avenido. Y tu, Javi, por lo que vi estabas rebosante de afectos. Acudieron allí gentes de grupos de postín y de verbena, de bandas, de mariachis, de txarangas, de escuelas de música que transmiten a niños y niñas el amor por los instrumentos y el pentagrama… Con todos habías compartido aula, escenario y calle con tu trompeta; y todos se unieron al día siguiente para interpretar un Agur Jaunak que era a la vez el reconocimiento al músico y el agradecimiento a la persona. Lo escuchaste. Seguro que lo escuchaste.