Nunca hubiéramos pensado hace apenas diez años que casi 200 viviendas del Casco Viejo no iban a estar disponibles para el alquiler o la venta sino anunciadas en plataformas de alquiler turístico. Un barrio en el que apenas existe oferta para pisos en alquiler para vivir tal y como reflejan los mismos buscadores (20 sin ir más lejos en un conocido portal).

A los vecinos del centro no solo les preocupa el número de negocios (186 de los 337 abiertos en toda la ciudad) sino la tendencia al alza, el hecho de que se trate de un fenómeno en continuo crecimiento y empezar a ver proyectos de edificios enteros (mencionan calle Eslava, Dos de Mayo y San Antón) que van a ser reconvertidos en apartamentos turísticos. A los que viven en el casco histórico les inquieta que muchos jóvenes con rentas medias o bajas hayan tenido que salir de lo Viejo para marcharse a Milagrosa o Txantrea.

La iniciativa del nuevo equipo de gobierno municipal de prohibir nuevas licencias coincide por tanto con la reivindicación del colectivo vecinal. Es cierto que Iruña no había llegado a los extremos de otras ciudades como Barcelona, con plazo para eliminar los pisos turísticos en unos años, o Donosti donde se han paralizado los nuevos proyectos, pero es cierto que la oferta turística se va concentrando cada vez más en un casco histórico de reducidas dimensiones. Cascos históricos vivos no escaparates es lo que todos queremos también cuando viajamos a otras ciudades. Con un vecindario de carne y hueso. Y un transporte público ágil que nos acerque a los cascos históricos desde otros barrios periféricos.