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Vaya bolongo

Ana Belasko

Septiembre

SeptiembreArchivo

Tras las vacaciones, era tradición regresar a esta esquina en el primer domingo de septiembre. Con la llegada de este mes solemos dar por terminado el periodo estival, comienzan las clases y se reanuda la actividad parlamentaria, consistorial… Sin importar el calor que pueda seguir haciendo, se vacían las piscinas y en los escaparates asoman prendas de un frío aún lejano. Septiembre es un momento de cambio y uno de los meses más bonitos, no tan tórrido como sus predecesores y aún cálido y luminoso. Así solía ser, menos este año. Nos han robado varias semanas preciosas y las han convertido en agua, viento norte, frescor –por ser suaves- y cielos que impiden asomarse al sol. La línea que separa el estío de lo que nos espera se ha movido muy por delante de las fiestas de San Fermín de Aldapa. Al terminar los txikis, sí o sí era la hora de guardar bañadores y de hacerse firmes propósitos de cambio porque en Pamplona, el otoño comienza en el preciso momento en el que el último toro de fuego desaparece por una esquina de Navarrería. Claro que todo lo que siempre ha sido, de la noche a la mañana cambia y al fin hoy -la jornada que cierra las fiestas del Casco Viejo y oficialmente el primer día de una nueva estación- doy por inaugurado el décimo año de esta columna.