Veranillo de San Miguel. Borrasca. El meteorólogo del Partido Popular de Navarra la anunció y se cumplió. Ahora les ponen nombres. Isabel alcanzó el último jueves de septiembre la Comunidad Foral. Entró por Pamplona, donde trató de causar algún estrago en la fidelidad de los empresarios, y salió por las Bardenas, símbolo del secarral que nos vaticina en todos los campos: económico, industrial, educativo, sanitario. Por paletos políticos (proyecto liberticida, antiespañol, antidemocrático y autoritario) y fiscales (la Comunidad con mayor retroceso en competitividad fiscal). A la sede de la CEN llegó en amartelado gesto con el presidente del PPN, Javier García (hay documento fotográfico), más propio de un tardeo informal que de una visita oficial. El mismo anfitrión en el Parque Natural ribero, Reserva de la Biosfera. Ayuso se inmortalizó delante del icónico Castildetierra. ¿Le habría gustado como posible mausoleo para las siete mil víctimas del protocolo de la vergüenza? O más prosaico, una plaza abierta rodeada de terrazas y con vistas al campo de tiro. Con unas cañas, el mejor espectáculo visual y sonoro. Pronto se cumplirá un quinquenio de que llamase “paletos” a los defensores de la identidad navarra. El Parlamento Foral le exigió una rectificación. La deslenguada Ayuso, provocadora mentirosa con desparpajo, no conoce ese vocablo. Defiende su derecho a hablar sobre Navarra: “le incumbe”. “Navarra es el corazón de España. Navarra no es una colonia vasca”, enfatiza. Navarra, plural en sensibilidades, tiene el derecho constitucional a incorporarse a la Comunidad Autónoma Vasca (Transitoria Cuarta). Corazón arrancado y trasplantado: Navarra fue Reino independiente hasta su conquista por Castilla. Por las armas. El otras veces denostado Convenio Económico lo reconoce ahora como una “herencia” de nuestra historia. ¿Habría reconocido en primera fila de su auditorio a un portador de sobres con dinero recibidos del tesorero Bárcenas?
- Multimedia
- Servicios
- Participación
