Si quieres que nada cambie, crea una comisión. Una convención. Otra: Si quieres dilatar algo en el tiempo, convoca un concurso de ideas. La exhumación de los restos de los generales golpistas Mola y Sanjurjo (1961-2016) pareció precipitar el derribo del mausoleo franquista construido después de la Guerra (1942) en memoria de sus Caídos en la Cruzada. Monumento a mayor gloria de los vencedores.
Homenaje sectario, ofensivo para los miles de navarros fusilados y represaliados ideológicos ajenos al frente de guerra. En 2018, el Ayuntamiento de Pamplona publicó las bases de un Concurso de Ideas para su desaparición, mantenimiento o transformación, con un límite máximo de gasto de 13 millones de euros. Las propuestas mejor valoradas por un jurado técnico “no se vincularán a lo que en un futuro se pueda decidir urbanísticamente”. Las ideas podían quedarse en eso. Como las del Museo de los Sanfermines. Se presentaron casi medio centenar. Fueron elegidas 7, solo una de las cuales (Metamorfosis) plantea el derribo. Cada una recibió una gratificación de 25.000 euros. Esas propuestas pueden ser ahora “un punto de partida” (Asiron) para un nuevo concurso de ideas.
Una forma de verlo para justificar el dinero invertido en las gratificaciones. También se requiere de un “nuevo marco legal” que permita la intervención en el edificio y su entorno. Este marco tendría que haber sido anterior a cualquier proceso. Por prudencia política y económica. El alcalde ha señalado que “el edificio y todo su programa iconográfico surgió con el objetivo de exaltar el franquismo y legitimar el golpe de Estado de 1936”. Considera “irrenunciable” la reversión de esa exaltación: incorporación de contenidos en denuncia del fascismo y de promoción de los valores democráticos. Ante las quejas por un acuerdo fraguado con oscurantismo, Asiron matiza que el consenso es una “aspiración” pero también una “utopía”. Como la propia aceptación moral de la resignificación.