Me va a costar mucho juntar hoy estas letras. Mucho, de verdad Aitor. Son para ti y me gustaría que tuvieses todo el tiempo para leerlas. Sin prisa. Hay días en que desde que te despierta el teléfono de madrugada sabes que va ser un día de mierda. El lunes fue uno. No es fácil escribir cuando un amigo querido se ha ido. Muchas horas de muchos años juntos, desde aquellos tiempos en que deambulábamos la cuadrilla de Maristas de la Plaza de la Cruz al Mikael y más tarde a un lado y otro de la barra de esa casa que es el Savoy. Se llena el tiempo de 40 años de amistad.

Las confidencias de aquellas cenas en noches ya lejanas cuando el trabajo había llegado a su fin del día y éramos mucho más jóvenes claro. De política, de Iruña, de pelota y de los pelotaris con sus preferidos cada uno y del ritmo de las apuestas del Cantábrico como divertimento porque de apostar nunca fuimos mucho. O de nosotros y de nuestras familias, de la gente de este pequeño barrio que es la parte alta del 2º Ensanche, un mundo repleto de historias, vivencias, inquietudes y a su modo también de mucha convivencia.

Estar en el Savoy es estar con gente que se hace cercana, pero sobre todo era estar un rato contigo de charla, de fugaces repasos al día a día de cada uno y a la marcha de la vida de todos los que componemos el cosmos de esa taska. En las taskas está la vida de Iruña, como en el comercio local, lugares donde te sientes en casa. La clientela era lo primero. No hay ningún tópico detrás, ha sido así desde que nos conocemos. Atento a la vida de cada uno. A la vieja usanza de los viejos taberneros. Un saludo animoso conforme abríamos esa puerta verde. Siempre innovando, buscando nuevas cosas que ofrecer y también nuevos parroquianos que atraer. Era difícil no caer atrapado en tus atenciones, y así a unas generaciones les han ido sucediendo otras más jóvenes que se integraban fácilmente en el escenario del Savoy. El Savoy seguirá siendo el Savoy, estate tranquilo, pero a mí, y a otros muchos, me va a resultar difícil entrar allí y no verte al fondo de la barra o saliendo del comedor con la mandarra elegante o que no salgas a compartir un pote rápido para hablar de cualquier noticia importante o trivial que tengamos en ese momento en la cabeza. Querido amigo, te has ido sin tiempo y nos has dejado jodidos a muchos. Hoy estamos un poco más solos todos.

Me duelen estas lágrimas que se me escapan, pero no puedo evitarlas. Salen solas y son justas, muy justas con lo que nos supone tu marcha a cada uno de los que te hemos querido amigo Aitor. Tengo la suerte de poder guardar en la memoria haber compartido contigo, con Teresa y con Eva y con otros buenos amigos ese último domingo en el Savoy con un clarete tú y una caña yo, como hacíamos muchos domingos si no habíais saltado a Lerín a seguir rehabilitando poco a poco con vuestro trabajo ese caserón que sentías como tu txoko especial. Nunca pensé que ese encuentro sería también una despedida. La muerte es un hecho natural, pero muchas veces es injusta, inoportuna, traidora, temprana. Aquí ya te echamos de menos. Descansa y puedes estar seguro de que Teresa, Aitor, Jon y Lorea nunca caminarán solos. Que la luz te acompañe allí donde estés. Ha sido un placer y un honor ser tu amigo. Ez zaitugu inoiz ahaztuko. Eskerrik asko Aitor. Ikusi arte.