Es ya muy rara la vez que se va de rositas un aficionado que en un campo de Primera División insulta gravemente a un jugador rival. Con tanta cámara en los estadios es difícil salir impune. Y, sin embargo, sigue ocurriendo.

La última vez en Mestalla, con motivo de la visita de la Real Sociedad: unos pocos hinchas a los que les dio por insultar a los futbolistas de la Real, simplemente porque los tenían delante cuando estaban calentando. Inadmisible provocación. El repertorio no era muy brillante, porque nunca lo es, pero sí rabioso, porque siempre lo es.

Y, por tanto, solo queda esperar a que los identifiquen, les metan la dura multa de rigor -suele estar entre los 1.500 y los 5.000 euros, que es una pasta- y no les dejen entrar varios meses en el estadio. La letra con sangre entra y toda publicidad de esas sanciones es poca, porque puede hacer que muchos hooligans se lo piensen dos veces antes de rebuznar.