Si no sabes quién es Montoya vives en otra parte del mundo, posiblemente en la que gira ajena a tendencias de vida breve, a personajes insustanciales, a la dictadura de las redes sociales y al consumo de contenidos por aburrimiento. Los de ese lado anestesiante son muchos más y crecen de manera exponencial cuando una comunidad eleva una gilipollez al rango de acontecimiento universal, de algo extraordinario. Es lo que ha pasado con ese muchacho de 31 años y su reacción tras ver las imágenes de su novia haciendo el amor con otro hombre.
Relacionadas
Todo ocurre en el marco de un concurso de televisión que parece responder a un guion previo. De otra forma no se entienden ni los comportamientos, ni el lenguaje, ni esos físicos pulidos, ni las expectativas de vida de esos hombres y mujeres. Ese programa no surge del ingenio de unos guionistas frente a un folio en blanco; nace, creo yo, de los conocimientos de sociólogos y psicólogos que eligen a los protagonistas e interpretan qué es lo que puede impactar en la audiencia.
El concurso lleva por título La isla de las tentaciones y básicamente mide la fidelidad de las parejas que compiten. Luego sucede al revés; si no sucumbieran a la tentación de cuerpos esculpidos, tintes, extensiones, silicona y bótox, el programa hubiera durado en parrilla menos que la reposición de Caiga quien caiga. En este marco sucede la escena que ya han visto millones de personas en todo el planeta, de Francia a EEUU y de Gran Bretaña a Italia. El tal Montoya responde al ataque de cuernos con una interpretación digna de un Goya al mejor actor secundario: se rompe la camisa, grita, llora y corre por la playa. Las cámaras, bien situadas y mejor manejadas, le dan un toque cinematográfico definitivo.
El diario The Guardian o la celebre presentadora Whoopi Goldberg se han hecho eco del asunto. Para el periódico, es un momento que “puede cambiar la telerrealidad para siempre”. Para la conductora de The view, “son los dos minutos más maravillosos de telerrealidad que jamás he visto. Merece un Emmy de honor”. Eso dicen. Habitual a cásting y concursos, cantante accidental y frustrado aspirante a concejal en una candidatura afín a Ciudadanos, Montoya compite hoy en popularidad con Trump, Putin y Zelenski. ¡Qué mundo!