La economía, herramienta política. La condonación de 17.000 millones de euros de deuda a Cataluña (acuerdo de mutua conveniencia entre el Gobierno de Sánchez y ERC) ha derivado en una oferta análoga y voluntaria a todas las Comunidades Autónomas del régimen común. A cuenta de la estabilidad del presidente, un funambulista de los acuerdos parlamentarios, y de la cruzada andaluza a la que ha sido enviada la vicepresidenta Montero.

La deuda, que puede llegar a un monto de 83.252 millones, sería asumida por la Administración General del Estado. Navarra se rige por un Convenio Económico con el Estado. Paga por las competencias no transferidas y un 1,6% del coste de los intereses de la deuda del Estado, casi un tercio de la aportación total. Así que a mayor deuda del Estado, mayores intereses y mayor importe en la participación comprometida por la Comunidad Foral.

De momento, más alertas que certezas. La ministra Saiz, que fuera consejera foral de Economía, no sabe si habrá acuerdo con Navarra, “que gestiona con rigor, responsabilidad fiscal y transparencia”. El actual consejero, el también socialista Arasti, parte del “compromiso y la convicción” de que la decisión final no va a tener efecto negativo en Navarra. Es lo que toca decir. Calmante placebo desde el púlpito oficial. Convicción injustificada cuando el arreglo depende de dos partes y el Gobierno central también defenderá sus intereses.

UPN y Geroa Bai ya han reclamado al Gobierno que se ponga las pilas para evitar futuros agravios y sorpresas. La historia reciente recuerda que la actualización de Convenio más combativa y justa la hizo el Gobierno de Barkos (2015-19), con el consejero Mikel Aranburu. La fórmula de la condonación o quita es un parche oportunista con un pecado original, la fallida financiación autonómica, y un laxo o inexistente rigor en la gestión de los gobiernos autonómicos. Pagar por deuda que generan otras Comunidades, ¿solidaridad o estupidez? Estupidez.