Con la excepción de UPN, que incluso esta semana ha vuelto a centralizar su acción política en ETA, el planeta entero habla de Trump. El mandatario estadounidense, que no sabe si mata o espanta, acapara los focos con la toma de decisiones que, si las lleva hasta las últimas consecuencias, van a cambiar el mundo. Nadie sabe si para mejor o peor, ni quiénes van a ser sus principales beneficiarios, pero es imposible escapar a la necesidad de analizar los escenarios que se puedan dar para tratar de amortiguar los daños e incluso para ver si se da con la tecla que revierta esta inquietante situación.
Todos menos UPN, que sigue empeñado en sacar una y otra vez el extemporáneo debate sobre ETA. Lo hace desde la simplona premisa de que si el PSN se aleja de EH Bildu –no sin cierta añoranza a los años del plomo que convertían en imposible una alianza entre las fuerzas de izquierda y nacionalistas–, despejaría su camino hacia el ansiado retorno al Palacio foral.
Perseverar en este análisis es de una ceguera tremenda. Si algún día el PSN o cualquiera de las otras formaciones determinantes del arco parlamentario cambia de estrategia no va a ser por ETA, que está amortizadísima, de ahí el desatino de mencionar a la desaparecida organización terrorista en el 99,9% de los debates que se celebran en la Cámara. Como tampoco tiene sentido haber estirado el chicle de si debe o no ser inhabilitada para la docencia una persona que ya cumplió una condena por terrorismo, máxime cuando no tienes el respaldo de los servicios jurídicos y la mayoría parlamentaria te ha dicho más de una docena de veces que no va a apoyar tu propuesta.
Fuera del microcosmos del desorientado regionalismo, el resto de humanos sigue observando con atención las bravuconadas del señor anaranjado, quien ni siquiera transmite seguridad de que esto le vaya a salir bien. Que se lo pregunten a Elon Musk o a sus amigos millonarios de Wall Street. El primero ha visto desplomarse las acciones de Tesla un 41% desde diciembre, lo que ha supuesto una pérdida de capitalización bursátil de más 600.000 millones de dólares para la compañía. Y las bolsas estadounidenses cayeron en picado el jueves por las sacudidas arancelarias en la peor sesión desde la pandemia de 2020.