La ruptura de la tregua con Hamas el pasado 18 de marzo ha abierto una nueva fase en la estrategia de guerra que desarrolla Israel contra los palestinos. La pausa bélica favoreció el canje de secuestrados durante el brutal asalto a territorio israelí por presos palestinos y tenía como último objetivo poner fin a la guerra con la retirada definitiva de las tropas de la Franja de Gaza. Pero la nueva Operación Fuerza y Espada, que ha causado más un millar de muertos, incluidos varios centenares niños y niñas, ha arruinado cualquier esperanza a corto plazo. El objetivo inicial de Benjamín Netanyahu cuando desató su respuesta hace año y medio tras la inesperada incursión de los milicianos islámicos fue la recuperación exprés de los rehenes, acompañada de la liquidación de Hamas. Lejos de alcanzar estos propósitos, la guerra ha evolucionado hacia el objetivo de vaciar Gaza, en sintonía con los delirantes planes de Donald Trump para convertir el martirizado lugar en un destino turístico de alto standing.

En esta fase de la ofensiva, el ejército israelí trata de ocupar terreno con la excusa de establecer espacios de seguridad, mientras la población se ve obligada a un penoso y constante movimiento por un paisaje en ruinas bajo la amenaza de los bombardeos. Los habitantes de la Franja acumulan año y medio de sufrimiento sin parangón desde la Segunda Guerra Mundial. Son ya más de 50.000 los muertos y más de 100.000 los heridos.

Las fronteras permanecen bloqueadas desde la ruptura de la tregua, sin que entre la ayuda humanitaria. Apenas hay agua, alimentos y medicinas. La Franja es ahora mismo lo más parecido a un campo de exterminio, con la población gobernada por una organización que ha fracasado en su estrategia de cuidar y liberar a su pueblo y a merced de la vengativa respuesta de un Estado que ha convertido a los civiles en culpables y merecedores de este castigo mientras existe Hamas. El recuerdo de la solución de los dos estados para poner fin a este histórico conflicto suena a fantasía ante la determinación de Netanyahu para imponer su solución definitiva, que pasa por el aniquilamiento y la expulsión, con el apoyo incondicional de Estados Unidos, la indiferencia de los países árabes y la sonrojante incapacidad de la Unión Europea. Los palestinos están abandonados a la suerte que ha decidido un criminal sostenido por partidos ultras que no disimulan sus objetivos genocidas.