Los cambios en la mecánica del concurso El cazador han sido un tremendo error que le han restado interés, y audiencia, hasta precipitar su cancelación. Este lunes se emitió en La 1 su último programa y los que quedan pendientes se supone que se estarán emitiendo ya por La 2, que es donde acaban ahora los programas que no se portan bien antes de pasar por la guillotina, caso de 59 segundos.
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Hubo un tiempo en el que los concursos eran defenestrados a la madrugada cuando no funcionaban en audiencias o fallecía su presentador y su viuda se empeñaba en que se siguiera emitiendo. Ahora, sin programación de madrugada en La 1 -hace tiempo que perdió su contenido propio para engancharse como una sabandija al 24 horas- La 2 ha dejado de ser la hermana cultureta de los documentales para vestirse con ropa vieja de su hermana mayor y sufrir una ludopatía preocupante: Saber y ganar ya no es el único concurso del canal y ahora le toca apretujarse en el sofá con otros tres: Cifras y letras (con doble emisión diaria), las sobras de El cazador y Jeopardy, ese concurso que se grabó para La 1 y lleva casi dos años escondido en un cajón. Miedo da ver qué han perpetrado y si es aún peor que el que emitió Antena 3 con Sobera.
Pero hablábamos de El cazador, que iba muy bien en audiencia hasta que lo duplicaron, clonaron (para regocijo de famosetes) y diezmaron con ofertas tontorronas que animan a los concursantes a ser prudentes y optar siempre por la opción más segurola, porque de lo que se trata es de llegar al bote, que con suerte alguien lo ganará por ti.
El caso es que antes los cazadores -Erundino el justiciero, Paz la profesora, Ruth la gobernanta, Lilit la espía y Orestes el espartano- se permitían vacilar a los concursantes con sumas astronómicas de dinero y otras ridículas en función de su casilla de salida. Al sacrificar esa mecánica y establecer una fórmula matemática fija, desde el año pasado se sabe la calderilla que va a ofrecer el cazador antes siquiera de que diga la cantidad. Pero también sabes que el concursante va a tirar por lo bajo porque ya no hay sitio para la avaricia ni saco que romper: demasiado riesgo para tan poca pasta, y así han destrozado la mecánica porque al concursante le vale con ser prudente para llegar a la final y aspirar a que otro gane el bote y lo reparta con él, porque en este programa el bote siempre se reparte, aunque no des ni una respuesta correcta. Y a su vez, a los espectadores también nos vale con saltarnos el concurso, convertido en paja, hasta los últimos cinco minutos. Y ni siquiera, porque cuando entregan el bote, como en Pasapalabra, te avisan antes.
Y así las cosas, a partir de esta semana en el lugar que ocupaba El cazador en La 1 sale Belén Esteban.