Sí, yo también pensaba que era feminista porque predico lo de la igualdad total, estoy convencido de que los hombres no somos superiores a las mujeres por ser hombres e intento evitar concienzudamente todos los micromachismos que asoman en el día a día y los macromachismos, que aunque son más ocasionales, también más graves. Para quien no lo tenga claro, diccionario en mano, machismo es la “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres” y una “forma de discriminación sexista caracterizada por la prevalencia del varón”, mientras que feminismo es el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”, por eso quienes dicen no ser feministas, en contraposición a ser machistas, no practican la igualdad y quienes dicen aquello tan socorrido como absurdo de no ser ni machista ni feminista, son solo machistas sin importar de qué género.

Decía que la teoría del feminismo la tenía controlada y quienes me tratan saben que también la practico, aunque es cierto que en lo de añadir arrobas y equis a las aes y poner a cada palabra en masculino su equivalente en femenino suspendo más allá de los encabezamientos. Ya saben, el vascos y vascas y poco más, porque el lenguaje ha de ser directo, en masculino o en femenino, que cada cual elija, pero ya poner artículos, sustantivos y adjetivos todo el rato en masculino y femenino es un lío tremendo que dificulta el lenguaje directo y aturulla la lectura.

En resumen, que pensaba que sacaba nota en esto del feminismo, lejos de la matrícula de honor, quizás, pero mucho más lejos del suspenso, seguro, cuando me he topado con Henar Álvarez en Al cielo con ella, que tras debutar en RTVE Play, probar una trenza (no diré trío) con Broncano y Marc Giró, que la llevaban a empezar a las tantas cuando al día siguiente tocaba madrugar, ahora se emite los sábados a las diez en La 2.  

Lo confieso, me parece el gran programa feminista de la televisión, también el más audaz al tratar la igualdad. Aprendo muchísimo de cómo enfoca sus monólogos, los temas que elige, sus preguntas y cómo imparte feminismo con la mano abierta, y sin necesidad de poner cada artículo, sustantivo y adjetivo en los dos géneros, por cierto.

También rompe con otros tópicos, como que la reciba el público con lanzamiento de ropa interior, el uso de la alfombra roja como empoderamiento y que casi siempre sean mujeres las invitadas. Pero también es genial la idea del chupito en el congelador (aunque esté apagado), como algo distintivo, y que, a cada programa, siga bajándonos la nota a quienes nos creíamos feministas, y que ahora nos ha convertido en sus costaleros. Efectivamente, al cielo con ella.