Burla burlando, Pedro Sánchez va saliendo airoso de la singular sucesión de acontecimientos turbadores que se le han venido encima desde que fue investido como presidente del Gobierno. Era evidente que no le sería fácil liderar un proyecto sobre la base de pactos inverosímiles con fueras políticas tan dispares con el único punto en común que el rechazo de una alternativa indeseable. Sánchez, que ya venía de superar un momento convulso en su propio partido, encaró animoso un momento histórico en el que no le vienen faltando los más imprevisibles sobresaltos.
Parafraseando aquella histórica lamentación tras el desastre de la Armada Invencible, él “no mandó a sus barcos a luchas contra los elementos”, pero puede decirse que desde que se aposentó en La Moncloa para mandar ha ido de susto en susto. Su carrera de gafe comenzó en 2020 con una pandemia que, como peste medieval, se llevó por delante a más de 100.000 personas, mientras su Gobierno tuvo que afrontar las consecuencias de un confinamiento general que hizo tambalear la economía del país. Aún sin recuperar el resuello, en 2021 media España tembló con la Filomena, la mayor nevada de los últimos 50 años que dejó tirados en las carreteras a miles de viajeros.
Como contraste, ese mismo año entraba en erupción un volcán en la isla canaria de La Palma, asolando tierras y pueblos al paso de la lava. En siniestra sucesión, en 2022 Rusia invade Ucrania y las consecuencias del conflicto afectan gravemente a la economía española y el compromiso con la OTAN obliga al Gobierno a posicionarse en ayuda al país invadido. Ya metidos en faena, Israel responde a un brutal atentado de Hamas con una genocida demostración de fuerza que obliga a Sánchez a denunciar la masacre contra el pueblo palestino con el gran deterioro de las relaciones diplomáticas y económicas con Tel Aviv. Como si fuera la propia Naturaleza un agente conspiratorio, en 2024la dana sobrevenida en la Comunidad Valencianaanega tierras e industrias, entierra a más de 200 víctimas y abre aún más la brecha del enfrentamiento político y las puertas de la desinformación.
Estamos en 2025 y Pedro Sánchez acaba de afrontar otra calamidad insólita, el apagón total que dejó a oscuras a toda la península, encerradas en ascensores a miles de personas, en el caos de tráfico a millones de vehículos. Estacionados en tierra de nadie a cientos de ferrocarriles y paralizada de súbito toda la producción. Y ello, sin conocerse todavía a qué se debió tan inaudito apagón.
Pedro Sánchez, gafe diplomado, va teniendo la habilidad de sortear tan acreditado maleficio y, a trancas y barrancas, darle la vuelta a tan complicados como aparatosos acontecimientos. Pedro Sánchez, un gafe de libro, va saliendo a flote no sólo de tan graves y reiterados obstáculos sino que está siendo capaz de superar la labor de zapa de la cuadrilla de corruptos domésticos, la peor y más asilvestrada oposición de nuestra democracia y las escaramuzas intestinas de sus propios socios de Gobierno. Pedro Sánchez, cenizo antológico, sin duda nació con una flor en el culo.