Algo especial debe tener José Mujica, porque su legado sigue y suma, no se ha ido, aunque él desde hace unos días se haya marchado. Algo realmente muy especial debe poseer porque desde su casita en Montevideo, con una existencia de sencillez máxima y ningún ruido, mantuvo, y mantendrá, una imponente presencia en los espacios abiertos a la sabiduría y la charla, a la reflexión sin estridencias. Tras una vida toda una peripecia –guerrillero, preso, presidente de Gobierno, pensador universal con argumentos imposibles de adscribir a las tradicionales columnas de derecha e izquierda, granjero–, nos quedan sus ideas, sus bonitas palabras, sus ocurrentes deducciones, sus duros mensajes, ese abrazo a la vida, a la honestidad, una forma de caminar, también de llegar. No dejará de ser un misterio el que envuelve a estos personajes únicos e irrepetibles, porqué ha llegado tan lejos hablando tan bajo. Quizás ha dicho cosas que nos plantean retos, que nos enredan, que alivian o incomodan, que se deben oír, o preferimos que no.

Emocionante verle, vejete y serio, con chispa en la mirada, y turbador oírle pensar en voz alta sobre la política, la moralidad, todas esas actitudes sencillas que, bien vistas y puestas en práctica, despojan a la existencia de la complejidad, de la necesidad impuesta. Él fue un ejemplo –lo sufrió en sus carnes como dirigente– de que hay un difícil encaje entre una propuesta para la vida y lo que la vida propone, obliga y deja hacer.

Están bien las píldoras de Mujica que se pueden ver por casi todas partes –las redes sociales sirven para algo–. Perfectas para llevarlas todos los días en la cartera, dignas muchas de colgar en edificios a la vista de todos. Reflexiones de un soñador, de un duelista con la terca realidad.

Mujica era un tipo peculiar, un ser extraño con luz en medio de gente gris y opaca. Un agitador que siempre encendía una hoguera en la que arder entre preguntas, respuestas, rebeldía, incomodidad, aceptación... Aunque sea para recuperar la brújula durante un rato, necesitados estamos de tipos como Mujica. De otros, no.